miércoles, 31 de mayo de 2017

CITA: No será tan maravilloso ni será tan terrible

Dan Gilbert no habla de cómo ser feliz, ni de por qué la gente no es feliz, sino de por qué la gente no sabe lo que les hará felices.
 

Sus resultados, publicados en la revista Science, mostraron que las personas piensan en cosas que no están ocurriendo casi tanto como en cosas que están delante de sus narices. Y los datos revelaron que esa “mente errante” les hacía, a menudo, infelices.

“La industria de la felicidad es una buena idea, pero debe basarse en la ciencia. Es muy fácil dar a la gente recetas para su vida. Ha ocurrido durante miles de años. Cada cura, cada rabino, cada orador motivacional, cada camarero, cada taxista tienen una opinión sobre la felicidad. ¿Qué opiniones son acertadas y cuáles no? Solo hay una manera de saberlo: la ciencia”.

“Los seres humanos infravaloran su propia resiliencia: no se dan cuenta de lo fácil que será cambiar su visión del mundo si ocurre algo malo. Constantemente sobredimensionan lo infelices que serán ante la adversidad”, reflexiona en un encuentro con la prensa en Madrid.


El científico compara esta capacidad de adaptación con “un sistema inmune psicológico, similar al que defiende al cuerpo de gérmenes y enfermedades”. Estas defensas de la mente, como las del cuerpo, son más fuertes en unas personas que en otras. “Mi mujer jamás enferma y yo pillo todos los resfriados. Lo mismo ocurre con el sistema inmune psicológico. Hay personas que son resilientes ante la peor tragedia. Otras personas se entristecen a la mínima. Pero lo interesante es que la inmensa mayoría de los seres humanos son del primer tipo”, proclama. “El 75% de las personas vuelven a ser felices en los dos años posteriores al peor trauma que te puedas imaginar”.

“Uno piensa: esto será terrible o esto será maravilloso. Pero luego lo medimos y vemos que no hay nada ni tan maravilloso ni tan terrible. ¿Ganar la lotería nos hará felices para siempre y quedarnos ciegos nos hará infelices? Ninguna de las dos cosas es cierta”, resume. 

"El hombre que tiene la receta para ser feliz"
Diario "El Pais" (17.07.2016) 

 

domingo, 14 de mayo de 2017

26#. Sistema Inmunológico Cognitivo





Curioseando por internet, encontré un artículo en el que se mencionaba el concepto "sistema inmunológico cognitivo". Una sugerencia de lo más interesante. Un sistema de defensa contra la desvirtuación de la realidad. Me pareció de lo más estimulante. En realidad, me entusiasmó el concepto. Que quieren que les diga, cada uno tiene sus cosas... y esta, a mí, me inspira.

Efectivamente, podríamos establecer un paralelismo a nivel mental o cognitivo. La función del sistema inmunológico humano es detectar agentes nocivos para nuestro organismo (bacterias, virus, alérgenos,...) y neutralizarlos, para evitar infecciones y enfermedades. El sistema inmunitario cognitivo tendría como objeto identificar y neutralizar aquellos pensamientos o ideas que sabotean nuestra higiene o salud mental al tergiversarnos la realidad.


La discrepancia más fuerte entre ambos es de base. El sistema inmunológico biológico empieza a trabajar desde el mismo momento en que nacemos. Viene codificado en nuestro diseño genético, y se pone a funcionar desde el minuto 1 de nuestra vida. El cognitivo tiene el problema de que, si no se aprende a poner en marcha, si no somos conscientes de que podemos activarlo ni lo entrenamos, no funciona.

Nuestro organismo se enfrenta constantemente a agentes externos, ya sean nutritivos o sean tóxicos (todos forman parte del entorno en que existimos). Cuando el sistema inmune detecta una amenaza, moviliza las células defensoras que hacia la zona del cuerpo en que se produce la infección y los neutraliza. Poco a poco, al ir tomando contacto con agentes enemigos, va aprendiendo y generando más defensas biológicas. Nuestro organismo identifica qué elementos son patógenos y va creando los anticuerpos específicos para neutralizarlos. Irá ganando en eficacia, aumentando y fortaleciéndose, a medida que se ponga en contacto con más "enemigos" y genere la denominada memoria inmunitaria.



En el caso cognitivo, la afección sucede en nuestro espacio mental. Es en nuestra cadena de pensamientos donde aparecen aquellas ideas o creencias que distorsionan, exageran o deforman la realidad. A través de nuestro diálogo interior vamos enlazando pensamientos, haciendo deducciones y llegando a conclusiones.(http://elanimalconsentido.blogspot.com.es/2017/03/24-quien-controla-su-dialogo-interno.html) Para que este diálogo interior sea lo más sano o constructivo posible es importante que sea flexible (http://elanimalconsentido.blogspot.com.es/2017/04/25-flexibilidad-mental-el-lubricante-de.html). La flexibilidad cognitiva nos permitirá ampliar el abanico de posibilidades, rectificar o corregir pensamientos para hacerlos más adaptativos y útiles. Posibilita que salgamos de nuestra perspectiva egocéntrica, que nos distanciemos de nuestros pensamientos (tenemos pensamientos, pero no “somos” esos pensamientos, para tratarnos con benevolencia en nuestros juicios, para asumir con naturalidad los que nos hacen sentir bien y los que nos hacen sentir mal.

De manera que, a medida que vayamos ejercitándolo, podremos discriminar mejor entre unas y otras. Afinando mejor en la identificación de las ideas irracionales, las creencias desadaptativas, los pensamientos patógenos... Mejorando en la destreza de detectar su falsedad (o inadecuación) y neutralizar las de esa misma naturaleza.

En realidad, esto es lo que nos enseñan, por ejemplo, técnicas como la reestructuración cognitiva, la terapia racional emotiva y otras similares.


Igual que el sistema inmune biológico genera anticuerpos cuando se pone en contacto con un agente patógeno, el cognitivo genera nuevas creencias, pensamientos o ideas, o bien modifica las erróneas, pero siempre logrando que las sustitutas sean más objetivas, más racionales... en definitiva, más adaptativas, y por tanto, más funcionales para nuestra vida.

¡Pero ojo…! el objetivo del sistema inmune no es mejorar nuestra salud, es evitar la enfermedad o infección. Así mismo, el cognitivo no tiene como objetivo hacernos sentir más alegres. Quizá no pueda evitarnos los malos ratos, y dudo que nos revele el camino hacia el nirvana. Su función es la de permitir que nuestra consciencia funcione correctamente. Que esté bien calibrada y nos permita hacer apreciaciones fiables y validas de la realidad.

Es importante aceptar que en nuestra existencia habrá momentos en los nos vamos a sentir mal (tristes, desgraciados, enojados, avergonzados, etc.). Asumido este axioma, se trata de tener claro que si hay que padecer un dolor, hacerlo en su justa medida. Si hay que sufrir, hacerlo cuando toca. Pero no más de lo necesario, ni antes de cuando toque.