viernes, 30 de abril de 2021

63#. No es el hábito de la lectura. Es el gusto por leer.

Una cuenta corriente nutrida, una propiedad en la playa, quizá suficientes hectáreas de huerta u olivar,... todas serían una herencia apetecible para cualquier hijo/a. Pero ¿y si la legado que donaran a sus descendientes fuera más sustancioso? ¿Y si les transfirieran algo más significativo y esencial? ¿Y si les regalaran más vida? Puede sonar chocante o excéntrico, pero tengan en cuenta que no les hablo de un elemento cuantitativo, sino cualitativo. Lo que les propongo es regalarle la habilidad de llenar su vida de otras vidas, la de ampliar su talento para comprender de la realidad, la de robustecer los pilares del edificio de su existencia.

Dice Javier Cercas que leer es enriquecer nuestra existencia, entendiendo que la literatura es una forma de vivir la vida más intensamente. No, no les estoy hablando de que aparezcan un día por casa con una docena de libros para sus retoños, ni mucho menos de que les obliguen a leer el Quijote para que sean alumnos "ilustrados". Por que no me estoy refiriendo a forzar o imponer sino a promover, a facilitar. No les estoy hablando de inculcarles el hábito de leer sino de sembrar y cultivar el gusto por la lectura.

Tenemos asociado el concepto de placer como sinónimo de felicidad, y no existe semejante igualdad. Los placeres de la vida suelen venir sin esfuerzo, nos acostumbramos a ellos con facilidad y generan emociones positivas. En contra tienen el hecho de ser efímeros, y sobre todo, saturables: tienen un límite, a partir del cual dejan de ser placenteros. Piensen un parque de atracciones, en su manjar favorito o en el viaje ansiado... Cualquiera que sea su placer favorito, llevado al exceso, termina por hartar y saturar.

No sucede lo mismo con las gratificaciones. Si basamos nuestra vida en aquello que nos gratifica, el nivel de recompensa asciende a una categoría superior. Si bien son menos fáciles de convertir en hábitos y requerirán su esfuerzo, el premio es una mayor satisfacción con la vida. Las gratificaciones tienen su origen en nuestro interior (no dependen de los demás) y suponen poner en acción nuestras habilidades personales. Lo que conseguimos, en definitiva, es fortalecernos como personas y una vía más para alcanzar la plenitud por nuestros propios medios.

Si desean profundizar más en estos conceptos, pinchen aquí. Pero en cualquier caso, si promueven que la lectura sea una conducta gratificante, familiarizando a sus hijos con los libros y su entorno, hablando de ello, haciendo que sus hijos les vean leer, buscando ese libro que encaje con sus preferencias infantiles,... estarán sembrando las semillas del lector; no solo del que encuentra gusto en la lectura, sino del lector esencial.


Por verlo de otra forma. Sería como añadirle una habitación extra al edificio de su personalidad. Se me antoja un sótano, espacioso y agradable, que abarca toda la planta del inmueble. En él se abrirá un espacio para que su hijo desconecte de lo cotidiano y/o conecte con experiencias estimulantes, quizá inspiradoras, que darán más estabilidad y solidez a los pilares del edificio de su vida.

De otra manera, y ahora que están de moda: como si le otorgaran un superpoder, o un sexto sentido a sus hijos (como el de los tiburones o murciélagos). Al ampliar sus conocimientos se incrementará su capacidad para "ver" tras la superficie, para ir más allá, para entender mejor, y les aseguraría que para engrandecerle como persona.

Volviendo al lector esencial que les comentaba, en la novela Terra Alta (Javier Cercas), su protagonista lee por motivos vitales. Es un libro (Los miserables, de Victor Hugo) el que cambia radicalmente su existencia, el que le permite entender su vida con lucidez. Con una determinación personal que no conocía hasta ese momento, decide tomar la dirección que desea dar a su existencia. Con esta resolución, dota de sentido a su vida (no es poca cosa), la convierte en un periplo constructivo y forja una vocación.

Si esto no esto no es lo más valioso que pueden traspasarle a sus hijos/as, no sé que puede serlo.

Si es lo más valiosos para ellos, ¿por qué no regalárselo a ustedes mismos?