domingo, 2 de marzo de 2014

¿Por qué nos creímos "El show de Évole"?



Sin entrar en los miles de palabras, escritas, habladas, twiteadas, whatsapeadas, facebookadas sobre el programa de televisión Operación Palace, dedicado a la asonada golpista del 23 de Febrero de 1981, opino que el falso documental de Jordi Évole, en realidad, no trataba del golpe militar.

Nos advertía de nuestra vulnerabilidad, cercana a la indefensión, ante el alud de información que sepulta nuestras neuronas cotidianamente. Avalancha que se convertiría en un malestar crónico si la infección tuviera un avance progresivo. Pero dado que el tsunami de datos, información, noticias,... que nos inunda cada día crece de forma exponencial, la amenaza es más seria. En el mejor de los casos nos encaminamos a transformarnos en seres acríticos y sumisos, al estilo de “Un mundo feliz” (Aldous Huxley), y en el peor de  ellos a convertirnos simplemente en imbéciles.

                             Imbécil (RAE): 1. adj. Alelado, escaso de razón.  


La pregunta al día siguiente era obvia: ¿Fueron ustedes de los que se lo creyeron o de los que desconfiaron desde el principio? Ojo, si tenían cualquier dato o referencia previa al programa emitido, no cuenta como escéptico.

Yo fui de los que piqué.

Si han leído alguno de mis últimos post, descubrirán que el asunto abordado es un tema que me intriga sobremanera: La interpretación que hacemos cada uno de lo que ocurre, de lo que llamamos realidad.

El spot que promocionaba el programa no podía ser más atrayente. En él, varias personas entrevistadas en plena calle informaban haber visto las imágenes del intento de golpe fallido el mismo día en que sucedió. Unos comentaron que lo hicieron sobre la marcha, otros dijeron que aquella misma noche. La sorpresa viene cuando se cierra el anuncio aseverando que las primeras imágenes del golpe no fueron retransmitidas por la televisión hasta el día siguiente.

Como pueden suponer, ante este anzuelo no pude por menos que picar, y además con todas las ganas del mundo. El domingo noche estaba sentado frente al televisor, esperando que comenzara. Las primeras imágenes que aparecen son las de José Luis Garci recogiendo su Oscar: Pero ¿Esto exactamente qué tiene que ver con el golpe? Cuando más adelante informan de que fue una contraprestación a su colaboración con el falso golpe de estado, la sorpresa fue mayúscula

El planteamiento del falso documental: Dado el estado de inquietud creciente e imprevisible que se vivía en la sociedad española en aquellos momentos, y temiéndose las cabezas pensantes del país un golpe de estado se les ocurre una solución: Dar un falso golpe para neutralizar el real (en fin, el que se presumía que podía darse).

Pero, pero, pero... ¡¡¡ PERO QUÉ ME ESTÁN CONTANDOOOOOOOOOOOOO!! Fue lo que le escribí, vía telefónica, a mi hermana mientras seguía el discurso del programa.

Pero como mi cerebro se encontraba en modo credulidad, a pesar de lo difícilmente creíble de la información vertida en el programa, en ningún momento se me ocurre pensar que es falso. Iba dando por sentado que debería ser como me estaban contando, por improbable que me pareciera lo que me decía. O sea, los datos no me cuadraban, no podía ser verdad aquella versión tan absurda, pero en vez de usarlos para poner en duda la veracidad de lo que me decían, traté de encajarlos en el discurso de manera un tanto forzada. Bastante forzada, en realidad

Los datos extraños (por no mencionar los directamente disparatados) se van acumulando y continúo tratando de engarzarlos en la trama. Pero no me resulta nada fácil, oiga.

Minoría catalana propone como director del artificio al catalán Flotats, y Alfonso Guerra se opuso afirmando que “Andalucía no va a ser menos que Cataluña”, de manera que propone a Manolo Summers. En mi cabeza resuena Chiquito de la Calzada gritando ¡¡Comoorrl!!. Se resuelve el dilema nacional buscando un director que incomode a unos y a otros: José Luís Garci.

¡Ahí lo llevas!

Pensamiento: ¿Esto no ha habido nadie que lo haya descubierto hasta ahora?, ¡Pero cómo va a ser así!

Pero el complot se sigue urdiendo. Y los datos que se van aportando siguen tomando dimensiones berlanguianas. Y ahora que lo digo, Berlanga hubiera sido sin lugar a duda el director de cine ideal para este apaño. Eso sí. Mientras avanzaba el fake iba haciendo cábalas:
-         “¿Suárez, entonces, renunció por la democracia?”
-         “El rey se había estudiado de arriba abajo la declaración oficial. Por eso le salió tan bien”
-     “Y pensar que durante todos estos años he tenido a Gutiérrez Mellado como el tipo que se enfrentó de tú a tú a los golpistas. Quijoputa!”,
-     “Y si Garci decía que la grabación de las escenas era fundamental, cómo fue aquello de los golpes que les dieron a las cámaras del Congreso, que casi las rompen”.
-     Como dijo el mismo Iñaki Gabilondo “Toman el centro de TVE del país, con la de medios audiovisuales de que disponen, y no hay una sola imagen de esto. Somos torpecillos, eh!!.
-       ¡¡Madre!! ¡¡Y menuda putada le hicieron a Tejero!! Buscan un voluntario para dar un golpe de estado, el tipo se presenta de inmediato, y sus propios compañeros de armas no le informan de que era falso. ¡¡Manada de cabrones!!
-   Pero entonces, “No me fastidies que Tejero ahora resulta ser el mártir de la democracia española”. Un mártir con 23 millones de pesetas, pero sacrificado al fin y al cabo.
-    ¿Dónde coño se documentó Javier Cercas para escribir “Anatomía de un instante”?

No salgo de una sorpresa para caer en otra, pero sigo sin decidir: “Coño, esto es mentira”.

Veinticuatro horas antes del golpe, en el aula magna del colegio de médicos madrileño se realiza un ensayo, dado que la disposición del aula era parecida a la del hemiciclo. Pero Garci dice que tiene que bregar denodadamente con los políticos cuando les ordena que se tiren al suelo a la llegada de Tejero: González afirma que se queda de pie. Carrillo, que viene del exilio, cree que es inaceptable tirarse al suelo. Informa Vestringe: “Y Fraga dijo que iba a recitar a Calderón de la Barca (¡¡Surealissssssmo!!, que decía Dalí) pero le dijeron que calladito”. Se decide que Gutiérrez Mellado y Suarez sean los únicos que se queden de pie. Pero entonces, alguien incumple lo pactado: Carrillo permanece sentado en su escaño y no se tira al suelo tras los tiros. Posteriormente Verstringe dice que este probablemente fuera el punto de inflexión por el cual es irreconciliable la unión de la izquierda en este país. (¡¡Pa cagarse y no tener con que limpiarse!!)

Fraga se poner nervioso y exige salir del hemiciclo. “No paso por esto. Disparen contra mí. Quiero salid de aquí. Salimos todos” lanza a grito pelado. Informa Vestringe de que el dirigente de AP “tenía que estar bien comido, y las comidas a sus horas” porque en caso contrario se ponía de muy mala ostia. ¡Qué bueno, qué bueno!

Los tanques toman Valencia, pero “solo disponíamos de 6 tanques” así que hicimos que dieran vueltas y pasaran repetidamente delante de la cámara. ¡Ojo!, esta brillante y original estrategia táctica afirman los americanos que fue suya. ¿Pero esta gente sabe lo que están diciendo?

Los guardias civiles abandonan el congreso por una ventana. Garci comenta que era un tributo a la película “La ventana indiscreta” (Diooooooooos!!). Opina que “Era elegante una salida por la ventana. Las ventanas siempre han sido mejores que las puertas. Ya lo decía Willy Wilder”.

Pero todavía hay un enigma sin respuesta. Que era esa caja blanca que tenía el Rey a su derecha en la foto del discurso defendiendo la democracia. Que después aparece en su yate. Que después aparece en África, en la foto de un elefante abatido, así como tirada, junto a un árbol.

Aquí fue cuando por fin el sentido común se impuso, y me dije: “No me creo nada”.

Y justo en ese momento acabó el programa.

¿Saben porqué me creí lo que me estaba contando el falso documental? 

Porque poseía la baza más importante, la de la credibilidad. Fernando Ónega, Iñaki Gabilondo, Ansón, Mayor Zaragoza, etc. Pero no menos es la del realizador, Jordi Évole. Un periodista que empieza a ganar audiencia porque hace, por fin, un periodismo crítico que escarba en los vertederos del poder, que va ganando confiabilidad, programa a programa. 

De entrada, tenía ganada toda mi credibilidad. 


Y es que tendemos a hacer caso de la información que nos llega en función de quién, de la persona que la emite.

Imagínense que se plantan delante del TV y le anuncian el programa Faemino y Cansado, Les Luthiers o los mismísimos Monty Python renacidos. De entrada desconfiarían de la veracidad de lo expuesto y probablemente se aprestarían a interpretarlo en clave de humor. Aunque el discurso fuera el formal y documental que vimos, el saber quién lo realiza nos orienta sobre cómo interpretarlo. Ese programa  tiene que ser de humor. Y a pesar de que aparezcan las mencionadas personalidades, en tono igualmente informativo y serio, ¿se lo creerían?

O supongan el mismo documental pero ahora protagonizado por gente normal y corriente que aseveraran, por ejemplo, haber estado en el escenario de los hechos (un camarero del Congreso, cualquiera de los guardias civiles golpistas, la señora de la limpieza,…). ¿No les costaría creérlo?

Pero no. Quienes me lo decían eran personas que me merecen credibilidad. Y este el quid de la cuestión

El mismo Évole dice: “Seguramente otras veces les hayan mentido y nadie se lo ha dicho”. O citando a Christof, Ed Harris en el papel de director del realityshow en la película “El show de Truman”: 

“Aceptamos la realidad del mundo que nos presentan.”   



Por último, les dejo con un post de Kebedo, que me parece de lo más ingenioso y fino que he leído al respecto.




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