viernes, 30 de junio de 2017

CITA Viniste de la nada. Te vas sin nada. ¿Qué has perdido? ¡Nada! (Monty Phyton)



"Mira siempre el lado positivo de la vida"
 

Algunas cosas en la vida son realmente malas,

pueden volverte realmente loco

Otras, solamente, te hacen jurar y maldecir.

Cuando tu vida esté en ruinas

no refunfuñes, da un silbido

y eso te ayudará a sacar lo mejor de las cosas


Y... mira siempre el lado positivo de la vida...

Mira siempre el lado positivo de la vida...





Si la vida te parece realmente podrida

es que hay algo que has olvidado.

Y es sonreir y reir y bailar y cantar.

Cuando te sientas deprimido, no seas estúpido.

Solo une tus labios y silba. Ese es el truco.

Y... mira siempre el lado positivo de la vida...

Mira siempre el lado positivo de la vida...






  La vida es bastante absurda

y la muerte tiene la última palabra.

Debes enfrentarte siempre al telón con una reverencia.

Olvida tus pecados, y ofrece al público tu sonrisa.

¡Diviértete! En cualquier caso, es tu última oportunidad.


Así que mira siempre el lado bueno de la muerte

justo antes de exhalar tu último aliento.


La vida es un montón de mierda, cuando te fijas en ella.

La vida es una carcajada y la muerte una broma, cierto.

Verás que todo es un espectáculo.

Mantenlos riéndose mientras te vas

pero recuerda que la última sonrisa es tuya.





Y mira siempre el lado positivo de la vida...

Mira siempre el lado positivo de la vida...

(¡Vamos chicos, saludad!)


Mira siempre el lado positivo de la vida...

Mira siempre el lado positivo de la vida...

(Cosas peores suceden en el mar, ¿sabéis?)


Mira siempre el lado positivo de la vida...

(Quiero decir, ¿qué tienes que perder?)


Mira siempre el lado bueno de la vida...

(Ya sabes, viniste de la nada y te vas a ir sin nada. ¿Qué has

perdido? ¡Nada!)



La vida de Bryan (1979)
Monty Phyton

miércoles, 14 de junio de 2017

27#. El sentido del humor, el gran amortiguador de la vida.

El sentido del humor consiste en la capacidad para encontrar lo cómico, hilarante o divertido de la vida, pero no solo es eso. También es una actitud. Y este aspecto me parece el más interesante del concepto.



El sentido del humor es una predisposición lúcida y desenfadada ante la vida. Una tendencia del ánimo dirigida a flexibilizar nuestra perspectiva de la realidad, tratando de relativizarla, para permitirnos atisbar una postura más satisfactoria. Sea disfrutando nuestras circunstancias, cuando estas sean favorables; sea quitándole hierro, cuando se traten de adversidades.



Pero el sentido del humor no es necesariamente comicidad. O no solo comicidad. 
 

Tiene que ver con lo divertido, incluye lo gracioso, y desde luego, a la alegría. Abarca la ocurrencia, el salero y el chiste. Pero también el ingenio, la chispa y la ironía.



La comicidad busca la risa o la reacción del otro, recurriendo al chiste, socarronería, burla o exageración. En este sentido, está orientada hacia el escape o la evasión. Seguro que alguna vez se han topado con alguien gracioso, chistoso, que le encanta gastar bromas... pero que no soportan ser objeto del mismo tipo de bromas que él gasta.



Igualmente, es probable que también se hayan topado que ese tipo de persona que no suelta un solo chiste, quizá apenas sonría, pero que entiende y suelta ironía fina sin darse importancia, ni esperar la risa del otro. Recuerdo haber reído hasta decir basta con Woody Allen, en sus primeras comedias particularmente. ¿Alguna vez le han visto soltar una carcajada? Creo que ni siquiera le recuerdo riendo. No les cuento ya nada de Buster Keaton.



En el primer ejemplo, se usa el humor (y no crean que de una forma muy distinta a como se usa el poder), para lograr sus fines (sean estos cuales sean, generar simpatía, convertirse en líder del grupo, atraer a alguien,...). Pero es el segundo tipo el que tiene sentido del humor.
 



El sustrato del humor está dirigido a comprender la vida y hacerla más soportable. Su naturaleza es una actitud intima de humanidad, de amor, hacia los demás y hacia nosotros. Como decía el filósofo Thomas Carlile, "La esencia del humor es la sensibilidad, una simpatía cálida y tierna hacia todas las formas de existencia".



Charles Chaplin, Miguel de Cervantes, los hermanos Marx, Oscar Wilde, Monty Python... son artistas que han aplicado el sentido del humor en sus obras, pero permitiéndonos (quizá forzándonos a) ver el trasfondo. Haciéndonos reír durante unos minutos, pero dejándonos, a continuación, pensativos durante un rato. Reflexionando sobre algo. Sobre algo importante. Sobre algo, siempre, relativo a nosotros, a nuestra naturaleza humana. Quizá se trate de que sin un sentido trágico de la vida, el humor resulte pobre, superficial, ramplón.



En suma, no se trata de frivolizar, sino de desdramatizar. De desinflar el rigor y seriedad que nos enseñaron a atribuirnos, a nosotros y a las circunstancias de la vida, ayudándonos a situarnos en una posición de humildad. Recordemos que humildad es la virtud que permite conocer nuestras limitaciones y debilidades, restando importancia a los propios logros y virtudes, y reconociendo nuestros defectos y errores. 
 



El sentido del humor no solo es una actitud. Es más que eso. A pesar del poco reconocimiento que históricamente se le ha atribuido, es una herramienta de supervivencia y bienestar emocional. Y es un recurso exclusivamente humano.



Es una virtud, una fortaleza y un baluarte de resistencia. El sentido del humor es el gran amortiguador de la existencia puesto que nos permite elaborar y digerir las frustraciones, así como equilibrar nuestras emociones.

miércoles, 31 de mayo de 2017

CITA: No será tan maravilloso ni será tan terrible

Dan Gilbert no habla de cómo ser feliz, ni de por qué la gente no es feliz, sino de por qué la gente no sabe lo que les hará felices.
 

Sus resultados, publicados en la revista Science, mostraron que las personas piensan en cosas que no están ocurriendo casi tanto como en cosas que están delante de sus narices. Y los datos revelaron que esa “mente errante” les hacía, a menudo, infelices.

“La industria de la felicidad es una buena idea, pero debe basarse en la ciencia. Es muy fácil dar a la gente recetas para su vida. Ha ocurrido durante miles de años. Cada cura, cada rabino, cada orador motivacional, cada camarero, cada taxista tienen una opinión sobre la felicidad. ¿Qué opiniones son acertadas y cuáles no? Solo hay una manera de saberlo: la ciencia”.

“Los seres humanos infravaloran su propia resiliencia: no se dan cuenta de lo fácil que será cambiar su visión del mundo si ocurre algo malo. Constantemente sobredimensionan lo infelices que serán ante la adversidad”, reflexiona en un encuentro con la prensa en Madrid.


El científico compara esta capacidad de adaptación con “un sistema inmune psicológico, similar al que defiende al cuerpo de gérmenes y enfermedades”. Estas defensas de la mente, como las del cuerpo, son más fuertes en unas personas que en otras. “Mi mujer jamás enferma y yo pillo todos los resfriados. Lo mismo ocurre con el sistema inmune psicológico. Hay personas que son resilientes ante la peor tragedia. Otras personas se entristecen a la mínima. Pero lo interesante es que la inmensa mayoría de los seres humanos son del primer tipo”, proclama. “El 75% de las personas vuelven a ser felices en los dos años posteriores al peor trauma que te puedas imaginar”.

“Uno piensa: esto será terrible o esto será maravilloso. Pero luego lo medimos y vemos que no hay nada ni tan maravilloso ni tan terrible. ¿Ganar la lotería nos hará felices para siempre y quedarnos ciegos nos hará infelices? Ninguna de las dos cosas es cierta”, resume. 

"El hombre que tiene la receta para ser feliz"
Diario "El Pais" (17.07.2016) 

 

domingo, 14 de mayo de 2017

26#. Sistema Inmunológico Cognitivo





Curioseando por internet, encontré un artículo en el que se mencionaba el concepto "sistema inmunológico cognitivo". Una sugerencia de lo más interesante. Un sistema de defensa contra la desvirtuación de la realidad. Me pareció de lo más estimulante. En realidad, me entusiasmó el concepto. Que quieren que les diga, cada uno tiene sus cosas... y esta, a mí, me inspira.

Efectivamente, podríamos establecer un paralelismo a nivel mental o cognitivo. La función del sistema inmunológico humano es detectar agentes nocivos para nuestro organismo (bacterias, virus, alérgenos,...) y neutralizarlos, para evitar infecciones y enfermedades. El sistema inmunitario cognitivo tendría como objeto identificar y neutralizar aquellos pensamientos o ideas que sabotean nuestra higiene o salud mental al tergiversarnos la realidad.


La discrepancia más fuerte entre ambos es de base. El sistema inmunológico biológico empieza a trabajar desde el mismo momento en que nacemos. Viene codificado en nuestro diseño genético, y se pone a funcionar desde el minuto 1 de nuestra vida. El cognitivo tiene el problema de que, si no se aprende a poner en marcha, si no somos conscientes de que podemos activarlo ni lo entrenamos, no funciona.

Nuestro organismo se enfrenta constantemente a agentes externos, ya sean nutritivos o sean tóxicos (todos forman parte del entorno en que existimos). Cuando el sistema inmune detecta una amenaza, moviliza las células defensoras que hacia la zona del cuerpo en que se produce la infección y los neutraliza. Poco a poco, al ir tomando contacto con agentes enemigos, va aprendiendo y generando más defensas biológicas. Nuestro organismo identifica qué elementos son patógenos y va creando los anticuerpos específicos para neutralizarlos. Irá ganando en eficacia, aumentando y fortaleciéndose, a medida que se ponga en contacto con más "enemigos" y genere la denominada memoria inmunitaria.



En el caso cognitivo, la afección sucede en nuestro espacio mental. Es en nuestra cadena de pensamientos donde aparecen aquellas ideas o creencias que distorsionan, exageran o deforman la realidad. A través de nuestro diálogo interior vamos enlazando pensamientos, haciendo deducciones y llegando a conclusiones.(http://elanimalconsentido.blogspot.com.es/2017/03/24-quien-controla-su-dialogo-interno.html) Para que este diálogo interior sea lo más sano o constructivo posible es importante que sea flexible (http://elanimalconsentido.blogspot.com.es/2017/04/25-flexibilidad-mental-el-lubricante-de.html). La flexibilidad cognitiva nos permitirá ampliar el abanico de posibilidades, rectificar o corregir pensamientos para hacerlos más adaptativos y útiles. Posibilita que salgamos de nuestra perspectiva egocéntrica, que nos distanciemos de nuestros pensamientos (tenemos pensamientos, pero no “somos” esos pensamientos, para tratarnos con benevolencia en nuestros juicios, para asumir con naturalidad los que nos hacen sentir bien y los que nos hacen sentir mal.

De manera que, a medida que vayamos ejercitándolo, podremos discriminar mejor entre unas y otras. Afinando mejor en la identificación de las ideas irracionales, las creencias desadaptativas, los pensamientos patógenos... Mejorando en la destreza de detectar su falsedad (o inadecuación) y neutralizar las de esa misma naturaleza.

En realidad, esto es lo que nos enseñan, por ejemplo, técnicas como la reestructuración cognitiva, la terapia racional emotiva y otras similares.


Igual que el sistema inmune biológico genera anticuerpos cuando se pone en contacto con un agente patógeno, el cognitivo genera nuevas creencias, pensamientos o ideas, o bien modifica las erróneas, pero siempre logrando que las sustitutas sean más objetivas, más racionales... en definitiva, más adaptativas, y por tanto, más funcionales para nuestra vida.

¡Pero ojo…! el objetivo del sistema inmune no es mejorar nuestra salud, es evitar la enfermedad o infección. Así mismo, el cognitivo no tiene como objetivo hacernos sentir más alegres. Quizá no pueda evitarnos los malos ratos, y dudo que nos revele el camino hacia el nirvana. Su función es la de permitir que nuestra consciencia funcione correctamente. Que esté bien calibrada y nos permita hacer apreciaciones fiables y validas de la realidad.

Es importante aceptar que en nuestra existencia habrá momentos en los nos vamos a sentir mal (tristes, desgraciados, enojados, avergonzados, etc.). Asumido este axioma, se trata de tener claro que si hay que padecer un dolor, hacerlo en su justa medida. Si hay que sufrir, hacerlo cuando toca. Pero no más de lo necesario, ni antes de cuando toque.