El arte de vivir. No el arte de
hacer cosas, el arte de vivir… Se puede vivir sin hacer muchas cosas, y
se puede hacer muchas cosas sin saber vivir. La mayoría de la gente que
ahora uno ve por la calle sabe hacer muchas cosas, se mueve todo el día,
está agitada todo el día, y no sabe vivir. Hoy, en gran parte, el
hombre de una ciudad civilizada y urbanizada es un servidor del sistema y
de las máquinas, porque cuando tiene que ocuparse del coche, de la
lavadora, de lo otro y de lo de más allá, se pasa el día alimentando
cosas y sosteniendo cosas, cuando sencillamente podría vivir mejor.
Porque lo que no está claro son los
fines. ¿Cuáles son los fines de la vida?, ¿para qué vivimos?, ¿para qué
estamos vivos? Estamos vivos para vivir, para hacernos, para
realizarnos, para dar de cada uno de nosotros todo lo que puede dar,
porque así tendrá todo lo que pueda recibir.
Pero para que esto empiece hace falta
libertad. Y para tener libertad, no libertad de expresión, lo que hay
que tener es libertad de pensamiento, porque si usted no tiene libertad
de pensamiento, da igual que hable o diga lo que quiera. El poder se
asegura de que no tengamos libertad de pensamiento, para eso nos educa,
para que pensemos lo que él quiere que pensemos.
Y entonces, cuando consigue que nosotros
pensemos lo que él quiere que pensemos, y eso lo consigue en la
infancia, cuando enseña la doctrina, cuando enseña los principios; lo
consigue en la sociedad con el ambiente general, con los principios, la
publicidad, el mercado, etc. Cuando consigue que la gente piense lo que
el poder quiere que piense, resulta que, si no tenemos libertad de
pensamiento, no tenemos libertad de expresión, y no nos educan para
tener libertad de pensamiento.
Y cuando tengamos eso, podremos pensar
en los fines de la vida, porque los fines de la vida no son aumentar en
dinero y en gasto y en diversión, no es eso. Es ganar en satisfacción
personal, ser más lo que uno es.
El tiempo no es oro, el tiempo es vida.
José Luis Sampedro