domingo, 19 de junio de 2016

CITA: 5 cosas de las que nos arrepentimos antes de morir



REGRETS OF THE DYING
(Traducción directa del post)

Durante muchos años trabajé en cuidados paliativos. Mis pacientes eran aquellos que habían dejado su hogar para morir.

Las personas crecen mucho cuando tienen que enfrentarse a su propia mortalidad. Aprendí a no subestimar nunca la capacidad individual para el crecimiento. Y algunos cambios son extraordinarios. Cada persona experimenta diversas emociones, como era de esperar, negación, ira, remordimiento, más negación, y finalmente, aceptación. No obstante, cada paciente encontró la paz antes de partir. Cada uno de ellos.

Cuando preguntamos sobre las cosas de que se arrepentían o hubieran hecho de forma diferente, algunos temas surgían una y otra vez. A continuación comento los 5 más comunes: 


1. “Me hubiera gustado tener el coraje de vivir una vida más auténtica, no la vida que otros querían que tuviera”

Este era el arrepentimiento más común de todos. Cuando la gente es consciente de que su vida está casi finalizada y miran hacia atrás con claridad, es fácil ver cuantos sueños se esfumaron sin realizarse. La mayor parte de las personas no hicieron honor ni siquiera a la mitad de sus sueños y tenían que morir sabiendo que esto había sido motivado por las decisiones que se tomaron, o por las que no se tomaron.

Es muy importante tratar de realizar alguno de los sueños de nuestra vida. Porque, en el momento en que perdemos la salud, ya es demasiado tarde. La salud conlleva una libertad que muy pocos aprecian, hasta que dejan de tener esa salud.


2. “Ojalá no hubiera trabajado tanto”

Este era típico de los pacientes masculinos que atendí. Se perdieron la infancia de sus hijos y la compañía de su pareja. Las mujeres también se refirieron a esto, aunque al pertenecer a una generación anterior, muchas de ellas no habían tenido que trabajar para levantar a su familia. Pero todos los hombres que cuidé se arrepintieron profundamente de haber pasado tanto tiempo sometidos a la rueda de molino que fue su trabajo.

Simplificando nuestro estilo de vida y haciéndonos conscientes de las elecciones que hacemos a lo largo de nuestro camino es posible no necesitar los ingresos que creemos necesitar. Y creando más espacios en nuestra vida, llegaremos a ser más felices y estar más abiertos a nuevas oportunidades, algunas más ajustadas a nuestro nuevo tipo de vida.


3. “Me hubiera gustado tener el coraje suficiente para expresar mis sentimientos”

Muchas personas suprimieron sus sentimientos a fin de estar a bien con otros. Como resultado, sentaron las bases para vivir una existencia mediocre y no llegar nunca a ser quienes ellos realmente podrían haber llegado a ser. Como resultado, muchas enfermedades se desarrollaron en virtud de la amargura y resentimiento que ellos se ocasionaron.

No podemos controlar la reacciones de los otros. La gente puede inicialmente reaccionar cuando cambiamos nuestra forma de ser, al hablarles honestamente, pero al final, esto eleva la relación hasta un nivel completamente nuevo y más saludable. Eso, o darnos cuenta de las relaciones insanas de nuestra vida. En cualquier caso, salimos ganando.


4. “Desearía haber estado más en contacto con mis amigos”

Las personas, a veces, no se dan cuenta realmente de todos los beneficios que nos aportan los viejos amigos hasta sus últimas semanas de vida, y no siempre es posible volver atrás. Muchos de ellos se vieron tan atrapados en sus vidas que dejaron escapar amistades íntimas con el paso de los años. Hubo muchos y sentidos arrepentimientos referidos a no haber concedido a los amigos el tiempo y el esfuerzo que merecían. Todo el mundo echa de menos a sus amigos cuando se está muriendo.

Es común, para cualquiera que tenga una vida ocupada, dejar que se pierdan las amistades. Pero cuando nuestra muerte está cercana, los aspectos materiales de la vida desaparecen. La gente quiere dejar sus asuntos económicos y financieros atados, si es posible. Pero no es el dinero o el estatus lo que realmente tiene importancia para ellos. Ellos desean dejarlo todo en orden por el bien de aquellos a quienes aman. Aunque frecuentemente están demasiado enfermos y cansados para realizar esta tarea. Al final, todo tiene que ver con el amor y a la amistad. Esto es todo lo que permanece en los últimos días de vida, amor y amistad.



5. “Ojala me hubiera permitido ser más feliz”

Este es un tema sorprendentemente común. Muchos no se dieron cuenta hasta el final de que la felicidad es una elección. Se quedaron atrapados, estancados, en viejos hábitos y rutinas. El llamado confort de lo familiar ahogó sus emociones así como sus vidas. El miedo al cambio les hizo fingir ante los otros, y ante sí mismos, sobre lo que realmente eran.

Cuando nos encontramos en nuestro lecho de muerte, lo que otros piensan de ti está muy lejos de ser una preocupación. Que maravilloso es poder dejarlo ir y volver a sonreír, mucho antes de que estemos muriendo.


La vida es una elección.

Es NUESTRA vida.

Elijamos con conciencia,

Elijamos con sabiduría,

Elijamos honestamente.

Elijamos la felicidad.     


http://bronnieware.com/regrets-of-the-dying/


miércoles, 1 de junio de 2016

#17. Éxito no es necesariamente sinónimo de felicidad

Desde pequeños nos amoldamos al entorno en que nos criamos y educamos. Nuestra providencial capacidad de adaptación nos lo permite. De manera vamos adquiriendo las claves por las que se rige la comunidad o sociedad en que finalmente nos hacemos adultos. Como bien dice José Luís Sampedro en el post anterior de este blog, el poder directriz de esta sociedad va inculcándonos valores y creencias sobre lo que está bien y lo que está mal, sobre lo deseable y lo despreciable, sobre lo que entiende por tener éxito y por fracasar... 
 



En una sociedad consumista con un sistema económico capitalista, los ciudadanos, confiados en la bondad del sistema (ingenuamente, quizá) hemos asimilado las reglas de juego, y vamos creciendo mientas despiojamos las posibilidades que se nos ofrecen. En cierta medida, es lógico, casi normal, que una persona pueda creer que tener éxito es alcanzar un estatus socio-económico alto, y/o adquirir cuantas más posesiones mejor, y/o destacar de alguna forma sobre los demás (aunque sea obteniendo el récord guinness por el eructo más ruidoso del mundo o el de aguantar la patada más fuerte en los testículos), entre otros. Por activa o pasiva, explicita o tácitamente, es lo que se nos enseña.



Es posible que la persona, tras dar rienda suelta a sus aspiraciones, trabajar duro, y probablemente haber conseguido parcial o totalmente sus objetivos, se plantee cuestiones que no le inquietaron antes. Es posible que en ese momento se de cuenta de que "sí, pero..."



          Sí, soy consultor jefe de mi empresa, pero...

Sí, tengo una familia envidiable, pero...

Si, adquirí el apartamento en la playa y ayer me compré mi tercer coche, pero...



Cuando a alguien le ocurre esto, lo que suele suceder es echa en falta algo, algo relevante, algo sustancial que igual no puede definir... Es probable que se haya afanado por lograr objetivos que adquirió en su entorno social, pero que, en realidad, no eligió él/ella... aunque es posible que ni se diera cuenta de cómo sucedió. 
 



Ser o tener.



Les hablaba en el post #16. Inteligencia no es sinónimo de sabiduría que la inteligencia sirve para hallar la manera más eficiente de alcanzar una meta, pero la sabiduría es la que decide si esa meta es válida, o sea, si es adecuada, si nos conviene. El éxito parece ser la prolongación natural de la inteligencia pura y calculadora. Pero la extensión lógica de la sabiduría me parece algo más parecido a la felicidad, entendida como el arte de vivir. En este sentido estoy de acuerdo intuitivamente, aunque no pueda fundamentar esta postura, con la afirmación que dice: "El éxito es una ciencia. La felicidad, un arte".



Retomo ahora la pregunta que nos hacía Sampedro: ¿Para qué estamos aquí?



   ...para sufrir (no se lo tomen a coña, que hay más de una    
      generación que se crió con esta creencia, dentro de la más pura  
      tradición judeocristiana),

   ...para disfrutar (hedonismo puro)

   ...para conseguir metas (éxito),

   ...para logra un buena vida (felicidad),

   ...para fastidiar a mi vecino (envidia + dudosa autoestima), ...

   ...para ser más que mi cuñao (envidia + dudosa autoestima +  
      malas relaciones familiares).



Supongo que habrá más posibles alternativas, pero si nos ceñimos al binomio que nos trae a colación, según sea su respuesta, le interesará más invertir esfuerzo en lograr el éxito o en tratar de ser felices.



Reparen en una primera diferencia, sutil pero significativa, entre ambos conceptos que nos ofrece el lenguaje. El éxito se "tiene". Feliz, es "es". Tener y ser. Verbos distintos, pero que en muchas ocasiones se solapan... o se confunden.




Éxito y felicidad.



Por que éxito y felicidad no son necesariamente sinónimos. Pueden serlo, que duda cabe, pero no es la norma. Y ambos conceptos no solo no tienen porqué ir cogidos de la mano, sino que incluso pueden ser excluyentes.



Si al pobre diablo alcohólico y politoxicómano que vemos por el parque o la plaza a diario, un buen día encontrara un billete de lotería y fuera el número agraciaddo con, pongamos 100 millones de euros ¿Dirían ustedes que ahora es un hombre con éxito? ¿Feliz, ahora que dispone de sus millones?



De la misma forma, esa familia perfecta, tan perfecta que da cosica de verlos. Tan estupendo él, tan encantadora ella, tan adorables sus hijos... ¿Están seguros de que, puertas adentro de su hogar, son tan perfectos? ¿Seguro que es real el éxito que nos venden? ¿Seguro que son felices? Valoren el sesgo que tenemos los seres humanos a pensar que los demás, siempre, son más felices que nosotros.



Ahondando un poco más, todos sabemos que hay éxitos que, a posteriori, desearíamos no haberlos tenido (que se lo digan a Macaulin Culkin o a Whitney Houston). Victoria pírrica es un concepto que proviene del rey Pirro (de Epiro), quien venció a los romanos en una batalla que le costó la vida a miles de sus hombres. Hay éxitos cuya factura es tan alta que cabe dudar si merecieron la pena. Y de la misma manera, en ocasiones, sufrimos fracasos tan estrepitosos que nos enseñaron bastante más que muchos éxitos.
 



En la otra cara de la moneda, nos encontramos con ejemplos de personas que no buscan, ni desean, ni necestian el éxito. Paradigmático es el caso de Diógenes, quien decía no necesitar nada para ser feliz, salvo cubrir sus necesidades básicas. Propugnaba desprenderse de todas las cosas materiales y vivir guiados por la razón y la virtud. La leyenda dice que Alejandro Magno se interesó por conocerle, y que al encontrarlo tumbado y desnudo le ofreció cualquier cosa que pidiera, fueran riquezas o monumentos. El viejo solo le pidió que se apartara y no le quitara el sol.



No aparentaba ser una persona de mucho éxito, el amigo Diógenes, sin embargo, él decía ser feliz. Para aquel filósofo, el éxito era completamente despreciable. Sin embargo, si que parecía estar versado en el arte de vivir.



Diferencia entre éxito y felicidad.



La diferencia crítica que encuentro entre el los conceptos en cuestión, es que el éxito consiste en lograr metas... pero metas ajenas a nosotros (que han dictado otros, sean estos nuestros padres, amistades, pareja, sociedad,...). La felicidad tiene más que ver con alcanzar las metas que nosotros hemos considerado importantes en la vida. Si ambos objetivos (los del éxito y los de la felicidad) coinciden en su caso, le felicito sinceramente. Es usted una persona afortunada... o inteligente (emocionalmente)... o sabia.




Si no es así, recordarle lo que Brownie Ware, enfermera australiana, escribió al respecto. Tras dedicar parte de su vida a cuidar enfermos terminales, encontró que, en el momento de la muerte, las personas se arrepentían, en muchos casos, de las mismas cuestiones. Ante la pregunta de ¿qué harían si tuvieran una segunda oportunidad de vivir? (no me digan que no les pone el vello de punta esa pregunta hecha cuando uno se está muriendo) encontró cinco categorías.



Antes de continuar... ¿Han pensado que responderían ustedes a esa pregunta?



Bueno, dejénlo para después. 
Según Brownie, ninguno deseaba nada que tuviera que ver con bienes o riquezas o posesiones o éxito. Todos los moribundos hablaban de aumentar el tiempo compartido con sus seres queridos, expresar mejor sus sentimientos, y haber hecho lo que ellos (no los demás) creían que tenían que hacer.



En fin... Solo por si les sirve.