lunes, 18 de marzo de 2019

CITA: La indiferencia es la personificación del mal (Eli Wiesel)


La indiferencia puede tentar, incluso más que eso, puede se­ducir. Es mucho más fácil mirar lejos a las víctimas; es más fácil evitar tales interrupciones groseras para nuestro trabajo, nuestros sue­ños, nuestras esperanzas. Es, después de todo, una inconvenien­cia, estar implicado en el dolor y la desesperación de otra persona.



Para la persona que es indiferente, su vecino no tiene ninguna consecuencia y, por lo tanto, esa vida, carece de sentido. Sus preocu­paciones o incluso sus angustias visibles no tienen interés. La indife­rencia reduce al otro a una abstracción.


Allí detrás de las puertas de Auschwitz y Buchenwald, sentíamos que ser abandonados por Dios era peor que ser castigados por él: era mejor un dios injusto que indiferente. Para nosotros, ser ignorados por Dios era un castigo más doloroso que ser una víctima de su cólera.



La indiferencia no es un principio, es un final. Y, por lo tanto, la indiferencia es siempre el amigo del enemigo, beneficia al agresor, nunca a su víctima, cuyo dolor se magnifica cuando él o ella se siente olvidado.


Para el preso político en su celda, para los niños hambrientos, para los refugiados sin hogar…, no responder a sus apuros, no relevar su soledad ofreciéndoles una chispa de la esperanza supone exiliarlos de la memoria humana. Y denegando su humanidad nos traicionamos a nosotros mismos.


Discurso pronunciado por Eliezer Wiesel en la Casa Blanca

Extracto de Millenium Lectures (12 de Abril de 1999)



lunes, 4 de marzo de 2019

44#. Lo que aprendí de los supervivientes del Holocausto

De Viktor Frankl el poder restaurador que tiene la capacidad de relativizar: el dolor se puede sobrellevar si le encontramos un sentido. La vida tiene un sentido bajo cualquier condición en que se encuentre, y la desesperanza es el sufrimiento sin propósito, sin sentido. Pero en el momento en que somos capaces de atisbar y definir un por qué a nuestro sufrimiento estamos convirtiéndolo en un logro, en una meta,... te permite, como él mismo afirmaba, "convertir tu tragedia en un triunfo personal".

Sin hallar un significado en nuestras vidas, podremos "vivir con", pero lo esencial, lo que salvaguarda la razón de nuestra existencia, de la de cualquier ser humano, es "vivir por". Disponemos de una libertad condicionada, un tiempo escaso y un espacio restringido. Somos seres limitados, pero existe un recurso, una herramienta que nadie puede arrebatarnos por desproporcionadas que sean las trabas y restricciones que suframos: la libertad de elegir la actitud con la que enfrentarnos a cualquiera de las circunstancias que nos acontezca en nuestra vida. Ante circunstancias inamovibles, siempre tenemos la posibilidad de cambiar nuestra actitud, de comprender y superar. 


De Boris Cyrulnik que todas las heridas, incluso las más traumáticas, pueden sanar si hallamos un entorno que nos provea del cariño y apoyo emocional, y podemos compartirlas. Cuando sufrimos nos sensibilizamos a ese dolor, pero esto también tiene el resultado de generar en nosotros la motivación por ayudar a otros. Cuando sufrimos y nos hacen daño, nos ponemos a la defensiva, nos protegemos; una vez transcurre el tiempo y nos hallamos en situación vital más favorable, es frecuente que nazca en nosotros un deseo altruista: desear ayudar a otros por que sabemos lo que es el sufrimiento.

El sufrimiento nos lleva a interesarnos por el mundo de los otros, de los demás. Cuando sabes lo que es el dolor, quieres proteger a otras personas de otro dolor. Compartir con alguien lo que hemos aprendido, incluso aunque hablemos de penalidades. En sus propias palabras: "El altruismo es un mecanismo de legitima defensa contra el dolor". Y en mi opinión, la única manera que tenemos de transformarlo en algo constructivo, digno y valioso.

De Primo Levi, uno de los relatores más antiguos del holocausto, y testigo directo del mismo, la relatividad de nuestra interpretación de la vida. Insistía en que palabras como bueno o malo, justo o injusto, no tardaban en dejar de tener sentido al otro lado de la alambrada. Un lugar donde la suerte era más determinante que la virtud, y reconocía que "de ninguna manera el grupo de los salvados estaba formado por los mejores, y menos aún por los elegidos". Es necesario asumir que frente al trauma, no es posible “entender” lo ocurrido. La sensación de alienación debe enfrentarse desde el apoyo, no afirmando gratuitamente que se “entiende” o “imagina” lo vivido por el otro. De manera que, fijarnos objetivos en la vida es la mejor defensa contra la muerte.
 

De Edith Eger que el tiempo no cura; cura lo que tú haces con ese tiempo. Puedes vivir para vengarte del pasado o puedes vivir para enriquecer el presente; puedes vivir en la prisión del pasado o puedes dejar que el pasado sea el trampolín que te ayude a alcanzar la vida que deseas. De la misma manera, la venganza no puede borrar los males que hemos sufrido sino que perpetúa el ciclo del odio: la venganza no te hace libre.

Tal vez curar no consista en borrar la cicatriz, curar es apreciar la herida.

De Ellie Wiesel, que lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la indiferencia. Lo contrario de la fe no es la herejía, sino la indiferencia. Y lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la muerte. Ellie no tenía duda alguna de que, la indiferencia es la personificación del mal.

El deber del superviviente es dar testimonio de lo que ocurrió, [...] hay que advertir a la gente de que estas cosas pueden suceder, que el mal puede desencadenarse.

¿Por qué estamos aquí? es la pregunta más importante a la que debe enfrentarse un ser humano. [...] Creo que la vida tiene significado a pesar de las muertes sin sentido que he visto. La muerte no tiene sentido, la vida sí.