viernes, 26 de febrero de 2021

61#. El valor que nos regala Pau Donés

"Vas por ahí sin prestar atención, y cae sobre ti una maldición", cantaban los Radio Futura en los 80. Y este estribillo tiene más razón de lo que pueda parecer a primera vista. Vivimos sin ser plenamente conscientes de lo que es relevante, de lo esencial, de lo irrenunciable, dedicando este recurso escaso (nuestra atención) a miles de ocupaciones y preocupaciones, reclamos e intereses, en nuestro diario devenir. La mayor parte de ellas son prescindibles, y a pesar de ello suelen ocupar la mayor parte de nuestro precioso espacio mental, en donde arrinconan (incluso expulsan) lo que realmente es significativo: aquello que nos motiva en la vida, aquello que nos hace levantarnos y bregar con el día a día, lo que nos permite soportar frustraciones y adversidades. Esos valores que nos guían deberíamos tenerlos siempre presentes; quizá en un segundo plano, pero sin perderlos nunca de vista.

 


Me da igual que lo que más les motive en la vida sea su familia, sean sus amistades o sea su pareja. Puede que una de las cosas más importantes para usted sea una virtud clásica, como la honestidad o el altruismo, o quizá la capacidad de seguir aprendiendo o la espiritualidad. Conozco a un tipo cuya vida gira en torno a escalar montañas; y cuando digo esto me refiero a que t-o-d-o en su vida gira en torno al montañismo (amistades, trabajo, tiempo,...). Es su vida ¿cierto?. Lo determinante es que aquello que realmente valoran de su existencia esté presente en su vida, en disponible en su cabeza. 

 

 

En este momento entra en juego la mayor amenaza que se cierne sobre nosotros: nuestro entorno social. Y con esto me estoy refiriendo a todas las influencias que nos llegan desde fuera (redes sociales y mass media, creencias y prejuicios dominantes, verdades y postverdades,...). Este hábitat se ha vuelto un tanto agobiante; de hecho, lo percibo cada vez más absorbente. Los inputs que recibimos cotidianamente se han vuelto más invasivos, y en su inmensa mayoría, con el único objetivo de hacerse con el santo grial del consumismo: nuestra atención.

Ska-p gritaban:" Puto dinero siempre con el agua al cuello, esta es la vida de un consumidor. Esclavo de la puta publicidad, esclavo soy. Esclavo la sociedad del bienestar, no es para todos por igual". Esto no tengo que recordárselo yo; ustedes están hartos de ver, oír y escuchar, por activa y por pasiva, reclamos publicitarios o propagandísticos que les obligan a pensar en algo que no es necesario para nuestras vidas: pongan aquí la urgencia de cambiar de coche o casa, la obligación de estar hiperinformado sobre la evolución pandémica o el conflicto político de turno; el ostracismo ha que son condenadas fortalezas personales tan naturales y terapéuticas como el simple hecho de estar a solas con usted mismo. Esta captación de nuestra atención es una batalla sutil, no declarada y que pasa desapercibida; pero que está sucediendo. 

 


Pónganse en guardia y controlen una de las más potentes herramientas para manejar su vida: la atención. Por que aquello a lo que dedicamos nuestra atención es lo que conformará su vida. Y el sistema trata de captar, de secuestrar, esa atención para convencernos de que necesitamos algo que ellos pueden vendernos, pero que en su mayor parte no necesitamos para vivir una vida plena. Para disfrutar de lo que tenemos en la vida. Para centrarnos en lo realmente importante.

 


El domingo pasado, tras ver la entrevista al cantante de Jarabe de Palo, la sensación agridulce que tuve durante su emisión dio paso a un cierto estado de alivio. Una sensación que, cuando pude identificar, me pareció sorprendente, puesto que iba preparado para visionar una conversación dramática con una persona que sabe que tiene sus días de vida contados. Y dramática fue, pero no lacrimógena ni sensiblera, sino digna y sustancial.

Antes de la emisión, llevaba varios días agobiado por una cuestión laboral. La nueva responsabilidad que me había adjudicado mi jefe, en virtud del artº 33 (o sea, por que yo te lo mando) me parecía injusta y se me antojaba desbordante. Tras escuchar las palabras de Pau Dones, tan preocupación había disminuido mucho la relevancia que yo le daba y perdió mucho de su poder mortificante.

¿Era menos responsabilidad que cuando me la adjudicó? Obviamente, no. Mi circunstancia era la misma antes que después del documental, sin embargo, al poner mi atención en las palabras de Pau, en lo que él consideraba realmente importante en la vida, volví a conectar con cosas más significativas, más trascendentales en la vida que la susodicha responsabilidad. El discurso de aquel hombre, tan honesto como deshauciada era su situación, hizo que recuperara y volviera a atender a un valor tan esencial e inapelable como es validar la vida. Ante las dimensiones de la vida, cualquier preocupación o problema queda empequeñecido. Como él mismo decía, "bonita la paz, bonita la vida, bonita la verdad, bonita la amistad, bonita la gente que gana y que pierde, que habla y no miente. Por eso yo digo, todo me parece bonito".

 


Sea cual sea tu problema, mientras hay tiempo, hay esperanza. Quedarte sin tiempo, que se te acabe la vida... eso sí es un problema. Ese es el problema; el único real. De manera que quizá sea el momento de tomar conciencia de "lo que es bueno en tu vida, lo que es puro, lo que es seguro. ¿Qué es sagrado en tu vida?" (The Cult -"Sacred Life").