Curioseando
por internet, encontré un artículo en el que se mencionaba el concepto
"sistema inmunológico cognitivo". Una sugerencia de lo más
interesante. Un sistema de defensa contra la desvirtuación de la realidad. Me
pareció de lo más estimulante. En realidad, me entusiasmó el concepto. Que
quieren que les diga, cada uno tiene sus cosas... y esta, a mí, me inspira.
Efectivamente,
podríamos establecer un paralelismo a nivel mental o cognitivo. La función del
sistema inmunológico humano es detectar agentes nocivos para nuestro organismo
(bacterias, virus, alérgenos,...) y neutralizarlos, para evitar infecciones y
enfermedades. El sistema inmunitario cognitivo tendría como objeto
identificar
y neutralizar aquellos pensamientos o ideas que sabotean nuestra higiene o
salud mental al tergiversarnos la realidad.
La
discrepancia más fuerte entre ambos es de base. El sistema inmunológico
biológico empieza a trabajar desde el mismo momento en que nacemos. Viene
codificado en nuestro diseño genético, y se pone a funcionar desde el minuto 1
de nuestra vida. El cognitivo tiene el problema de que, si no se aprende a
poner en marcha, si no somos conscientes de que podemos activarlo ni lo
entrenamos, no funciona.
Nuestro
organismo se enfrenta constantemente a agentes externos, ya sean nutritivos o
sean tóxicos (todos forman parte del entorno en que existimos). Cuando el
sistema inmune detecta una amenaza, moviliza las células defensoras que hacia
la zona del cuerpo en que se produce la infección y los neutraliza. Poco a
poco, al ir tomando contacto con agentes enemigos, va aprendiendo y generando más
defensas biológicas. Nuestro organismo identifica qué elementos son patógenos y
va creando los anticuerpos específicos para neutralizarlos. Irá ganando en
eficacia, aumentando y fortaleciéndose, a medida que se ponga en contacto con
más "enemigos" y genere la denominada memoria inmunitaria.
En
el caso cognitivo, la afección sucede en nuestro espacio mental. Es en nuestra
cadena de pensamientos donde aparecen aquellas ideas o creencias que
distorsionan, exageran o deforman la realidad. A través de nuestro diálogo
interior vamos enlazando pensamientos, haciendo deducciones y llegando a
conclusiones.(
http://elanimalconsentido.blogspot.com.es/2017/03/24-quien-controla-su-dialogo-interno.html) Para que este diálogo interior sea lo más sano o constructivo
posible es importante que sea flexible (
http://elanimalconsentido.blogspot.com.es/2017/04/25-flexibilidad-mental-el-lubricante-de.html). La flexibilidad cognitiva nos permitirá
ampliar el abanico de posibilidades, rectificar o corregir pensamientos para
hacerlos más adaptativos y útiles. Posibilita que salgamos de nuestra
perspectiva egocéntrica, que nos distanciemos de nuestros pensamientos (tenemos
pensamientos, pero no “somos” esos pensamientos, para tratarnos con
benevolencia en nuestros juicios, para asumir con naturalidad los que nos hacen
sentir bien y los que nos hacen sentir mal.
De
manera que, a medida que vayamos ejercitándolo, podremos discriminar mejor
entre unas y otras. Afinando mejor en la identificación de las ideas
irracionales, las creencias desadaptativas, los pensamientos patógenos...
Mejorando en la destreza de detectar su falsedad (o inadecuación) y neutralizar
las de esa misma naturaleza.
En
realidad, esto es lo que nos enseñan, por ejemplo, técnicas como la
reestructuración cognitiva, la terapia racional emotiva y otras similares.
Igual
que el sistema inmune biológico genera anticuerpos cuando se pone en contacto
con un agente patógeno, el cognitivo genera nuevas creencias, pensamientos o
ideas, o bien modifica las erróneas, pero siempre logrando que las sustitutas
sean más objetivas, más racionales... en definitiva, más adaptativas, y por
tanto, más funcionales para nuestra vida.
¡Pero
ojo…! el objetivo del sistema inmune no es mejorar nuestra salud, es evitar
la enfermedad o infección. Así mismo, el cognitivo no tiene como objetivo
hacernos sentir más alegres. Quizá no pueda evitarnos los malos ratos, y dudo que
nos revele el camino hacia el nirvana. Su función es la de permitir que nuestra
consciencia funcione correctamente. Que esté bien calibrada y nos permita hacer
apreciaciones fiables y validas de la realidad.
Es
importante aceptar que en nuestra existencia habrá momentos en los nos vamos a
sentir mal (tristes, desgraciados, enojados, avergonzados, etc.). Asumido este
axioma, se trata de tener claro que si hay que padecer un dolor, hacerlo en su
justa medida. Si hay que sufrir, hacerlo cuando toca. Pero no más de lo
necesario, ni antes de cuando toque.