Una larga lista de amistades nos hace sentir importantes; un reducido grupo, felices. Es lo que prefieren los más inteligentes. Y los expertos les dan la razón.
(...) Está claro que ahora nos relacionamos más, tenemos más
amigos (aunque sean virtuales), pero ¿es eso lo mejor para nuestra
felicidad? Sherry Turkle, directora en el MIT de la Iniciativa para
la tecnología y el yo, asegura que “acabábamos
escondiéndonos de los demás a pesar de estar constantemente
conectados a ellos”. Según ella, en este tipo de
interacciones nos sentimos constantemente reforzados en nuestros
actos (o con respecto a nuestra apariencia), y así es imposible
conocernos, lo que resulta muy poco enriquecedor.
(...) Este cambio de paradigma en nuestra manera de relacionarnos
afecta a la solidez de los lazos que conservamos fuera de Internet,
por eso es importante aprender a gestionar el tiempo pensando en qué
nos va a hacer más felices. “Si no lo hacemos corremos el peligro
de dedicar demasiado tiempo a las interacciones con nuestros
contactos para luego darnos cuenta de que, después de todo ese
esfuerzo, son solo eso, contactos, y que no tenemos la confianza ni
el nivel de compromiso suficiente para que cubran nuestras
necesidades como amigos. Por eso es fundamental seguir alimentado
nuestras verdaderas amistades: estas son las que cubren las
necesidades básicas para lograr un mayor bienestar”, aconseja
Pérez.
(...) Nuestro reducido grupo de amigos cercanos nos quiere tal como
somos, con nuestras luces y sombras. Quizá por eso, según un
estudio publicado el pasado 2016 en la revista British
Psychological Society, las personas inteligentes prefieren
rodearse de menos amigos.
Como dice la psicóloga Jara Pérez, “debemos mantener esas
amistades que nos devuelven una imagen de nosotros mismos ajustada a
la realidad; amigos que son capaces de confrontarte y de decirte que
no tienes razón o que estás actuando de manera egoísta”. Tener
pocos amigos, en definitiva, no significa valorar poco la amistad,
sino rentabilizarla al máximo.
Lores, Alexandra (2017): Tener
pocos amigos no es de ser rancio, sino más listo que el resto.
El Pais