El
viaje real de descubrimiento no consiste en visitar paisajes nuevos, sino en
mirar con distintos ojos. Marcel Proust nos advertía así de la pertinencia de redescubrir
nuestra manera de entender las cosas. Su propuesta no abriga necesariamente un
cambio radical en nuestra vida, pero si substancial: Interesarnos en aprovechar y sacarle
partido a lo que tenemos para disfrutar de ello en toda su extensión. No se trata
de condenar el interés por obtener lo que deseamos, sino exorcizar esa
falta de atención que habitualmente dispensamos a aquello de lo que disponemos. Si no somos
conscientes de lo que tenemos, no podemos valorarlo, por tanto, tampoco podemos
disfrutarlo en toda su amplitud.
Es
frecuente que demos por sentado que tener algo es disfrutarlo, pero este
proceso no es tan automático. Disponer del sentido del gusto significa poder
probar y percibir cosas, pero esto no es sinónimo de que sea capaz de
deleitarme con ellas.
Sucede
algo parecido a la primera vez que se realiza una inmersión marina. Desde fuera
el mar se nos ofrece el mar en toda su vastedad, pero hasta que no nos
sumergimos no empezamos a ver otras cosas, otros detalles, sus peculiaridades,
desde peces a formaciones rocosas, plantas marinas, organismos minúsculos en
suspensión, etc. Lo que me pareció más curioso de esta experiencia es que a medida
que iba profundizando iba descubriendo elementos que no podía divisar solo unos
metros más arriba: una bandada de peces, una inmensa barrera de coral, una
medusa que casi me roza o un neumático semienterrado en la arena del fondo.
Para
saborear y paladear las bondades que nos regale la vida requerimos de unos
prerrequisitos, simples y básicos, como encontrarnos en la necesaria actitud de
tranquilidad o dedicar toda nuestra atención a ese momento. A partir de aquí
podemos incrementar ese disfrute ejercitando una serie de actitudes para las
que todos estamos capacitados.
-Compártalo.-
Coméntelo con otras personas, y hágalo con aquellas que puedan entender el
valor de ese momento. Sentirnos escuchados es una señal de reconocimiento que
nos valida como seres humanos, pero poder compartir cosas que nos entusiasman
es algo que genera una comunicación única y especial. Hacerlo con personas que
entienden esto genera una conexión intransferible y exclusiva con ellos.
-Consérvelo.-
Almacénelo en su memoria. Guárdelo dentro de su cabeza y, sobre todo,
manténgalo disponible para recuperarlo cuando lo necesite. Pueden usarlo para
saber por qué hacen lo que hacen (cuál es el sentido de su vida), para
compensar los malos momentos, para abrir la espita cuando la olla está a una
presión tan alta que amenaza con explotar... No es la panacea ni les resolverá
la vida, pero identificar esos momentos de la vida que nos hacen sentir plenos
y re-crearlos en nuestra cabeza cuando lo necesitamos son un recurso extraordinario,
sustancial, y además, gratuito. ¿Qué más pueden pedir?
-Apercíbase.-
Agudice su percepción poniendo en práctica el paradigma de la conciencia
plena. La atención comienza por la constatación de
que la inconsciencia domina gran parte de la actividad humana. Al
focalizar nuestra atención y concentrarnos en la situación que estemos
saboreando nos vamos asentando en lo que estamos percibiendo. Al mantenernos en
ese estado podemos ir descubriendo más detalles, otros elementos, otras
peculiaridades, que logran hacernos profundizar en esa experiencia y ampliar
nuestra percepción de ella.
-Ensimísmese.
Aislarnos de nuestro entorno puede ser un inconveniente para según que tareas,
pero en nuestro caso es más que recomendable, puesto que nos ayuda a
concentrarnos. Es importante subrayar que enfrascarnos en la experiencia tiene
más que ver con los que sentimos que con lo que pensamos. Se trata más de
concentrarnos y sumirnos en nuestras percepciones, en el hecho que estamos
experimentando, que en valorar o razonar (no hay que mejorarla, no debemos saber
qué hacer ni cómo continuará,...).
Recuerden.
Desde la lancha, cuando nos adentrábamos en el agua, solo podíamos contemplar
el mar. Desde la superficie no se veía nada de su desmsurada riqueza. Pero estaba ahí. Solo había
que descubrirlo y aprender a apreciarlo.
Estimados lectores y visitantes. Con esta refrescante y veraniega estampa les dejo durante los meses de verano. A principios de Septiembre me reincorporaré con fuerzas renovadas y nuevas entradas a este, su blog.
Disfruten y saboreen todo lo que puedan!