El marketing comercial, ese hermano despabilado de la psicología,
intensifica y redobla esfuerzos estos días para tratar de encandilar nuestra
motivación, y lograr así inocularnos su mensaje. Antes de haber entrado de lleno en la
vorágine consumista navideña, me llamaron la atención una serie de spots
televisivos que han tomado decididamente la vía el pellizco
emocional para llegar hasta nuestra fibra sensible.
Uno de ellos apela a los días que nos quedan para disfrutar de las personas a las que queremos. Hace un recuento de las horas semanales que se ven dos personas y multiplican por la longevidad que estiman de los protagonista. El resultado, el tiempo que les queda por compartir (no podía ser de otra manera), es bastante inferior al esperado por ellos.
¿Qué anuncia? Una bebida alcohólica.
Otro incide en el desapego familiar, poniendo de relieve que sabemos
más de nuestro entorno social media que de nuestra
propia familia. Imitando un concurso televisivo al uso, varios grupos
familiares responden las preguntas que les hace una voz (de
presentador) en off. Cuando las preguntas empiezan a referirse a
datos biográficos de sus familiares, empiezan a fallar las
respuestas, motivo por el cual deben abandonar la reunión navideña
en que están.
¿Qué anuncia? Muebles. Piensen en la primera multinacional del ramo y acertarán.
¿Qué anuncia? Muebles. Piensen en la primera multinacional del ramo y acertarán.
Desde unos años atrás, una empresa de elaborados cárnicos española
sorprendió con una estrategia publicitaria basada en luchar contra
los estereotipos femeninos (presiones sociales), el elogio y reconocimiento del sentido del humor, en cómo algunas señas de identidad
pueden ser odias y amadas a la vez o nuestra capacidad para superar
prejuicios e ideologías. En todos ellos, la propuesta nos insta a
repensarnos, a evaluar nuestros esquemas mentales, a profundizar en
nuestro autoconocimiento. Me parecieron ideas necesarias y
atractivamente plasmadas, que no dejaban indiferente a ningún televidente.
Concienciar sobre los valores personales creo que es lo mejor que podemos extraer de estos spots. Hacer reflexionar sobre sobre aquello que es importante en la vida (desde las amistades o familia hasta ampliar nuestra capacidad de comprensión) nunca está de más, menos una época en que la desmesurada cantidad de distractores a nuestro alrededor tiende a confundirnos, o directamente, a equivocarnos. Propuestas más que loables, que son propugnadas... por empresas privadas.
Concienciar sobre los valores personales creo que es lo mejor que podemos extraer de estos spots. Hacer reflexionar sobre sobre aquello que es importante en la vida (desde las amistades o familia hasta ampliar nuestra capacidad de comprensión) nunca está de más, menos una época en que la desmesurada cantidad de distractores a nuestro alrededor tiende a confundirnos, o directamente, a equivocarnos. Propuestas más que loables, que son propugnadas... por empresas privadas.
Vaya por delante mi admiración por el ingenio de los publicistas, y
por el mencionado beneficio que pueden proporcionar a los
televidentes. Lo único que me parece lamentable es que quienes
promueven estas campañas de ¿higiene mental? ¿promoción de
fortalezas o valores personales? ¿calidad de vida emocional?... no
sea un ente público, no sea una administración del estado. Los
impulsores no son instituciones que velen por nuestra salud o higiene
(física o mental), sino empresas comerciales, que por muy ético que
sea su mensaje, no dejan de estar guiadas por un interés mercantil.
El estrés, sin ir más lejos, "es más dañino para la salud que el tabaco y el alcohol juntos". Revela este dato el Doctor Vidal (médico de salud laboral e inspector de la Seguridad Social) quien tras 25 años de estudio va a publicar un libro con sus investigaciones, y lo considera el mayor problema de salud pública que nos amenaza. Paises como Japón lo aceptan abiertamente; Alemania y Reino Unido han empezado a tomar medidas.
Espero equivocarme, pero me temo que pasará tiempo, bastante tiempo, antes de que veamos alguna campaña de publicidad de la administración pública contra esta epidemia, como se hizo contra el tabaco (Ministerio de Salud) o contra la siniestralidad en las carreteras (Dirección General de Tráfico).
Es más, antes de que algo así suceda, les apostaría lo que fuera a que veremos un anuncio televisivo al respecto, realizado por alguna marca de detergentes, una entidad bancaria o de automóviles. Eso, si no lo han hecho ya.
El estrés, sin ir más lejos, "es más dañino para la salud que el tabaco y el alcohol juntos". Revela este dato el Doctor Vidal (médico de salud laboral e inspector de la Seguridad Social) quien tras 25 años de estudio va a publicar un libro con sus investigaciones, y lo considera el mayor problema de salud pública que nos amenaza. Paises como Japón lo aceptan abiertamente; Alemania y Reino Unido han empezado a tomar medidas.
Espero equivocarme, pero me temo que pasará tiempo, bastante tiempo, antes de que veamos alguna campaña de publicidad de la administración pública contra esta epidemia, como se hizo contra el tabaco (Ministerio de Salud) o contra la siniestralidad en las carreteras (Dirección General de Tráfico).
Es más, antes de que algo así suceda, les apostaría lo que fuera a que veremos un anuncio televisivo al respecto, realizado por alguna marca de detergentes, una entidad bancaria o de automóviles. Eso, si no lo han hecho ya.