Nada más desalentador, más en estas fechas navideñas, que decirle a quien está deprimido que se anime. "¡No te fastidia! Pero si eso es lo que quiero!", te dirá la persona, si tiene la energía suficiente para hacerlo. La pregunta que a continuación salta por sí misma es: "¿Pero, cómo lo hago?".
Esta es la diferencia entre animarse y motivarse.
Animar es un concepto emocional; y como todos sabemos, las emociones van y vienen. Pero los motivos permanecen, por que aquello que nos motiva nace de nosotros, viene de dentro, es algo intrínseco. Las personas no se movilizan por que le des ánimos; lo hacen si tienen razones para hacerlo.
El entusiasmo de mi regalo de Reyes, (y todos lo sabemos) rayará la indiferencia apenas unos días después de haberlo abierto. Él enamoramiento desbordante de hoy perderá fuelle con el tiempo. Y la famosa lista de propósitos de año nuevo, arranca del ánimo pero fracasará por que, normalmente, carece de motivación para ejecutarlos. Puesto que se puede tener un deseo muy intenso pero no estar haciendo nada para materializarlo. El deseo es emocional, y la emoción puede impulsar el comportamiento, pero no persevera, no se mantiene; de manera que cuando cesa la emoción, cesa la acción.
En resumen, el ánimo, como su propio nombre indica, es una emoción. El motivo, en cambio, es una razón. Y cualquier propósito que tengamos será más factible si se basa en motivos que en el estado de ánimo.
Esta es una de las bases de la Terapia de Aceptación y Compromiso, en donde, a estos motivadores personales se les denomina valores. Un valor personal es todo aquello que es significativo para la persona, que consideramos importante en nuestra vida. Como dicen en las películas hollywoodienses, aquello por lo que merece la pena luchar.
Y este es el quid de la cuestión: enfocarnos en aquello consideramos valioso. Solo así somos capaces de sobrellevar los estados de ánimo que surjan (buenos o malos), puesto que nos impulsa la motivación por alcanzar ese objetivo.
Argentina mereció ganar a Francia en la final de la Copa del Mundo de fútbol por que desde el principio jugaron con ganas, esforzándose al máximo, esto es, motivados por la victoria. Un padre arriesga la vida infiltrándose en una banda de mafiosos por que sacar a su hijo de ese entorno es una motivación suprema para él. Y apuntarse al gimnasio o dejar de fumar serán objetivos factibles para el año próximo solo si la persona considera valiosos o significativos para su vida lograrlos.
Por mucho que deseen tener una vida más sana, mejor que confiar en que el universo se confabule con ustedes a base de desearlo muy fuerte, yo me centraría más en buscar aquellos motivos que justifican ese deseo, que le estimulan alcanzar ese logro.
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