Federico
Luppi se dirige a sus alumnos en su última clase:
“El
año que vienen todos ustedes serán profesores.
De
literatura no saben demasiado,
aunque
lo suficiente para empezar a enseñar.
Pero
no es eso lo que me preocupa.
Me
preocupa que tengan siempre presente que enseñar quiere decir
mostrar. Mostar no es adoctrinar.
Es
dar información pero dando también el método de entenderla
y
cuestionar esa información.
No
obliguen a sus alumnos a estudiar de memoria; eso no sirve.
Lo
que se impone por la fuerza es rechazado y en poco tiempo se olvida.
Ningún
chico será mejor persona por saber el año en que murió Cervantes.
Pónganse
como meta enseñarles a pensar, que duden,
que
se hagan preguntas.
No
los valoren por sus respuestas, las respuestas no son la verdad.
Busquen
una verdad que siempre sea relativa.
Las
mejores preguntas son aquellas que se vienen repitiendo desde los
filósofos griegos. Muchas
son ya lugares comunes pero no por eso pierden vigencia: ¿Qué?,
¿Cómo?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿Porqué?
Hay
una misión, un mandato que quiero que cumplan;
es
una misión que nadie les ha encomendado
pero
que espero, ustedes como maestros, se la impongan a sí mismos:
Despierten
en sus alumnos
el dolor de la lucidez,
sin
límites, sin piedad”.
"Lugares
comunes"
(Adolfo Aristarain)
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