“Hace 150 años la corporación empresarial
era una institución relativamente insignificante. Hoy es algo omnipresente,
como la iglesia o monarquía (…). La corporación es la forma actualmente
dominante.
Una institución que crea mucha riqueza pero
que provoca daños enormes, a veces ocultos. Son creaciones artificiales que tratan
de obtener el máximo de beneficio a costa de los demás. El monstruo de Frankenstein
tenía tanto poder que se le fue a su creador de las manos. Lo mismo nos ha
pasado a nosotros con las corporaciones”.
Con estas
palabras arranca un magnífico, necesario, riguroso y contundente documental
canadiense, “The Corporation”. Tiene algo más de 10 años, y conformen van
pasando estos, se puede observar que,
lejos de perder vigencia, cada vez describe mejor la sociedad en que vivimos.
Las
multinacionales, empresas transnacionales, corporaciones… en general, las grandes
empresas, son concebidas como personal individuales frente a la ley. Tienen
derechos, como si fueran personas, Pero hay un rasgo humano que no presentan.
No tienen conciencia, no tienen moral. Solo se preocupan por sus accionistas,
no por las personas que se ven afectadas por su actividad empresarial. Y los
directivos que las gestionan solo se preocupan por cómo hacer la mayor cantidad
de dinero posible en un semestre.
La persona que
se ajustaría a este perfil se describe en el Manual Estadístico de Enfermedades
Mentales (DSM-IV) como un sujeto que sufre un trastorno antisocial de la
personalidad. Vulgarmente lo conocemos por otra denominación: psicopatía.
Este manual
define al psicópata como una persona
que sufre un trastorno de la personalidad. Básicamente es una persona caracterizada
por mostrar un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los
demás. Y este patrón queda diagnosticado si se presentan 3 o más de los
siguientes rasgos:
- Fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención.
- Deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o por placer.
- Impulsividad o incapacidad para planificar el futuro.
- Irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones.
- Despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás.
- Irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas.
- Falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber dañado, maltratado o robado a otros.
Es obvio que
este tipo de persona no es la que le recomendaría a nadie como pareja, ni como
jefe, ni como amigo. De hecho, ante un psicópata, lo mejor que se puede hacer
es poner distancia de por medio. Porque es un ser depravado, amoral, perverso, que
no respetará otras directrices que las que le marquen sus instintos o impulsos.
EL problema,
realmente, es que las grandes empresas actuales (lo que los americanos llaman corporaciones
y nosotros multinacionales), tienen un comportamiento ajustado a esta categoría
de individuo sin conciencia. Se comportan como psicópatas.
De manera que,
analizadas las características de las corporaciones, le serían aplicables la
mayoría de los rasgos enunciados, más algún otro. Tienen el perfil prototípico
del psicópata.
- Cruel indiferencia por los sentimientos de los demás.- Todos somos conscientes de los desmanes generados por grandes empresas. Desde el fraude de las preferentes (fraude) a los cierres continuos de centros de trabajo (a pesar de que esa empresa está obteniendo beneficios)
- Incapacidad para mantener relaciones duraderas.- Su objetivo es el beneficio. Su propio interés. Por tanto, cualquier trato o relación que establezca está mediada por el propio provecho. Las relaciones de las grandes empresas duran lo que dura su ganancia.
- Temerario desprecio por la seguridad de los demás. Nada extraño si haceos caso a un entrevistado por Michael Moore, en su película “Capitalismo: Una historia de amor”: Uno es más valioso para una empresa muerto que vivo.
- Falsedad, deshonestidad: Mentir y engañar repetidamente a los demás para conseguir un beneficio. De hecho existe, una lista de grandes empresas criminales, esto es, judicialmente culpables, condenadas por los daños causados, entre las que se encuentran Pfizer, Kodak (la difunta), Exxon, General Electric, Mitsubishi, Daewoo, IBM, Roche...
- Incapacidad de sentirse culpable.- No solo eso, sino además sin sentir ningún tipo de remordimiento, argumentando en su descargo cumplir la norma de la “obligación debida” (que les recuerdo era el argumento que en los juicios de Núremberg los jerarcas nazis esgrimían para tratar de limpiarse las manos y eximir su responsabilidad en el holocausto judío)
- Incapacidad para ajustarse a las normas sociales relacionas con el cumplimiento de las leyes. La ley no es la norma al que deben ajustarse sus actos, sino un escollo que hay que bordear o driblar. Una especie de mal necesario. Si la sanción (multa) por realizar un acto ilícito es asumible, o compensa las ganancias obtenidas, entonces se convierte en un objetivo estructural de la política de empresa.
Las personas
que engrosan estas compañías pueden ser personas morales, pero la entidad para
la que trabajan no lo es. Si trabajas para una gran empresa, estás obligado a esforzarte
por sus intereses. Técnicamente, la corporación está obligada a poner sus
intereses financieros por encima de cualquier otro interés, incluso por encima
del bien público.
Este es el
tipo de empresas que destacan, que guían nuestro destino, porque dirigen la
economía mundial, y cualquier ser vivo depende del factor económico. Y las
empresas que no son así, tienden a ser como ellas. Esto es, sirven de modelo.
La pregunta que
me alarma es: ¿Qué tipo de individuos genera esta cultura empresarial?
Enron fue la
primera de las grandes corporaciones que cayó, y se hundió estrepitosamente.
Tras la auditoría del gobierno de EE.UU, el senador Byron Dorgan que participó
en ella, usó la siguiente comparación para describir a sus directivos:
"En el Titanic, el capitán se hundió con el barco. Y en Enron me parece que el capitán primero se dio a sí mismo y a sus amigos un bono. Luego se bajó a sí mismo y a la gente de arriba en el bote salvavidas. Y luego gritó hacia arriba diciendo: 'Por cierto, todo va a estar bien'".
"En el Titanic, el capitán se hundió con el barco. Y en Enron me parece que el capitán primero se dio a sí mismo y a sus amigos un bono. Luego se bajó a sí mismo y a la gente de arriba en el bote salvavidas. Y luego gritó hacia arriba diciendo: 'Por cierto, todo va a estar bien'".
En las
Escuelas de Negocio prestigiosas no tiene cabida la ética de los negocios y
solo se inculcan las directrices que buscan las grandes empresas (aumentar
ingresos y reducir costes). Las grandes escuelas de negocio aúpan a puestos de
responsabilidad a jóvenes que han perdido el sentido de la realidad, que se
creen omnipotentes, con el cerebro formateado para cumplir los objetivos
empresariales.
Vicente
Garrido, especialista en psicopatía, dice que una sociedad que exalta los
rasgos antisociales genera psicópatas. Razonamiento impepinable.
Da igual que
sean realmente psicópatas o que solo sea antisocial su comportamiento. Las
consecuencias las pagamos igualmente los demás. La cultura empresarial actual
promueve la tendencia comportarse como un psicópata y, obviamente, atraen a
aquellos que lo son. De manera, que la persona con estos rasgos de personalidad
se encuentra en las grandes compañías como pez en el agua. Está en su medio.
Ya les cite,
no sin consternación, el discurso del Sr. Smith (Matrix): Me di cuenta de que en realidad ustedes no son mamíferos. Verá, los
mamíferos logran un equilibrio perfecto entre ellos y el hábitat que les rodea.
Pero los humanos van a un hábitat y se multiplican hasta que ya no quedan más
recursos y tienen que marcharse a otra zona. Hay un organismo que hace
exactamente lo mismo que el humano. ¿Sabe cuál es? Un virus. Sí, los humanos
son un virus, son el cáncer de este planeta.
¿Qué le contestamos
al Sr. Smith?
Échenle un vistazo
al surtido de documentales y películas relativas al tema que se han producido
en la pasada década. Desde “Enron, los tipos que estafaron América”, pasando
por la mencionada “The Corporation” o “Capitalismo: Una historia de amor”,
hasta las más recientes “Margin Call”, “Demasiado grande para caer” (Too big to
fall), “Cuando explotan las burbujas financieras”, o la impecable e impactante
“Inside Job”. No tienen desperdicio, oiga.
Decía Jensen,
en mi post anterior: El mundo es un
negocio, señor Beale. Lo ha sido desde que el hombre salió arrastrándose del
barro, y nuestros hijos vivirán, señor Beale, para ver eso. Un mundo perfecto
en el que no habrá guerra ni hambre, opresión ni brutalidad. Una vasta y
ecuménica compañía asociada en la que todos los hombres trabajarán para servir
a un beneficio común. En la que todos los hombres poseerán una cantidad de
acciones. En la que se les cubrirán todas las necesidades, se les moderarán
todas las ansiedades, y les divertirán para que no se aburran.
Pues no lo tengo
tan claro. Más bien, tiendo a pensar que irá en la linea que marca Gordon Gekko.
¿Recuerdan al
protagonista de “Wall Street”?, la película de los 80, encarnado por Michael
Douglas. Pues repite el papel de la segunda parte (“Wall Street II: El dinero
nunca duerme”), y afirma descaradamente lo siguiente:
Alguien me recordó la otra noche que una vez
dije que la codicia es buena. Ahora parece que es legal.
Pero amigos... es la codicia lo que hace que
mi barman compre tres casas que no puede pagar, sin tener dinero. Y es la
codicia lo que hace que sus padres, refinancien una casa de US$200 mil dólares
por US$250 mil. Y luego toman los 50 mil extra para ir de compras al Mall.
Compran un televisor plasma, celulares, computadoras, SUV y... ¡oye! ¿Por qué
no una segunda casa? Ahora que podemos... Porque sabemos que el precio de las
casas en Estados Unidos siempre sube, ¿no? Y es la codicia lo que hace que el
gobierno de este país baje la tasa de interés a 1% luego del 11/9, para que
todos vayan a comprar otra vez... Tienen bonitos nombres para los millones de
millones en crédito... CMO, CDO, SAB, ABS... Saben, creo que sólo hay 75
personas en el mundo que saben lo que son.
Pero les diré lo que son: son ADM... Armas
de Destrucción Masiva.
Gordon Gekko
gana.