Aunque la condición previa para una queja es la creencia de que las cosas no son como deberían ser, el mero reconocimiento y expresión de este hecho no basta para que nazca una queja completamente formada. Por ejemplo, un estoico puede pensar que es importante aceptar la imperfección del mundo, y asimismo, reconocer que nada es como debería ser; esto no sería quejarse sino describir. Igualmente, a un férreo pesimista tal vez le guste comentar el aspecto negativo de las cosas, pero una vez más no se trata de una verdadera queja por que falta la no aceptación de lo que está mal. (...)
La queja puede definirse como una expresión dirigida de la negación o incapacidad para aceptar que las cosas no son como deberían ser (...). Aún cuando prefiramos una definición ligeramente distinta, debería ser evidente que el motivo que suscita la queja puede ser trivial o, por otro lado, profundamente importante. Todos los grandes avances sociales han empezado con una queja. Emmeline Pankhurst y las sufragistas, Martin Luther King y la campaña por los derechos humanos. Nelson Mandela y el movimiento antiapartheid: los cambios que propiciaron comenzaron con la queja de que el status quo estaba equivocado y tenía que cambiar.
Por lo tanto, el acto de quejarse no es lo fundamental en la queja: es un síntoma, no la enfermedad en sí misma. Así como la severidad de una dolencia médica debería medirse no por el grado en que llama la atención sino por el alcance del daño sufrido por el organismo, así no deberíamos confundir el estrépito de la queja con su severidad.
Por lo tanto, el acto de quejarse no es lo fundamental en la queja: es un síntoma, no la enfermedad en sí misma. Así como la severidad de una dolencia médica debería medirse no por el grado en que llama la atención sino por el alcance del daño sufrido por el organismo, así no deberíamos confundir el estrépito de la queja con su severidad.
(...) La gente tiende a quejarse de cosas equivocadas por razones equivocadas, y como resultado de ello, la queja se ha degradado. Sin embargo, la queja puede ser constructiva. De hecho, nuestra capacidad para quejarnos forma parte de lo que nos hace humanos.
"La queja: de los pequeños lamentos a las protestas reivindicativas" (2012)
Julian
Baggini
No hay comentarios:
Publicar un comentario