El pasado
domingo se conmemoró el día
Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Una
fecha que nos invita a reflexionar sobre uno de los hechos más
deleznables de la historia reciente del continente europeo. Una invitación que lamentablemente no parece calar en la conciencia de la sociedad.
Yolocaust Project |
El desastre que generó la última gran guerra propició la creación de las llamadas sociedades libres (en la actualidad, y aunque sean democracias, no tan libres), la promulgación de derechos humanos (cada vez más pisoteados, cada vez más impunemente), y hasta la creación de la ONU, que surgió de las cenizas del holocausto (que tampoco parece lograr resultados visibles en su labor de promover la igualdad, la unión de naciones y luchar contra las injusticias sociales).
No es difícil quedar sobrecogido por la atrocidades cometidas durante el holocausto o sentir compasión por las víctimas, así como ser consciente de las cotas de barbarie que puede alcanzar la naturaleza humana (la de algunos humanos, al menos). Aquella monstruosidad sucedió hace 60 años, y sin embargo, no parece parece haber dejado impronta duradera en nosotros, en los ciudadanos y en el conjunto de la sociedad, más allá de conmemoraciones puntuales y algún pellizco en el estómago cuando vemos alguna película ("La lista de Schindler" o "El hijo de Saul"), documental relacionado ("Shoah") o publicaciones a propósito (Primo Levy o Viktor Frankl).
Yolocaust Project |
Aquel desastre, que comenzó por la incitación
al odio, se ha ido diluyendo en el tiempo, permitiendo que olvidemos
el peligro que esto supone. Que esta incitación suceda entre
particulares o a través de las redes sociales, no me parece nada
edificante. Pero que responsables públicos de la talla de partidos
políticos e incluso presidentes de gobierno, sean quienes apadrinen
y preconicen este rechazo al otro es una irresponsabilidad de
dimensiones colosales, que sigo sin entender cómo no está penada
por la ley.
Ante la mirada indolente del autoridades gubernamentales e instituciones, de lideres políticos, sociales y religiosos, nadie impide esa práctica. La tendencia a no asumir responsabilidades se ha impuesto como estrategia habitual en nuestra sociedad de la opulencia, y no solo por parte de responsables públicos sino también por los ciudadanos de a pie. Estamos obviando temerariamente el escarmiento que sufrieron las víctimas del holocausto, gritándonos a la cara que permanecer en la indiferencia ante abusos e injusticias deriva en la inacción, pero sobretodo, consiente la impunidad.
Comprendo que el ideal de justicia universal y de entendimiento mutuo entre comunidades o sociedades sea exactamente eso, algo idílico. Pero no tener presente las dolorosas lecciones que nos enseñó el Holocausto, cualquier holocausto similar, es, además de faltar a la memoria de los fallecidos y al respeto de los supervivientes, una grave imprudencia que pasará factura.
Ante la mirada indolente del autoridades gubernamentales e instituciones, de lideres políticos, sociales y religiosos, nadie impide esa práctica. La tendencia a no asumir responsabilidades se ha impuesto como estrategia habitual en nuestra sociedad de la opulencia, y no solo por parte de responsables públicos sino también por los ciudadanos de a pie. Estamos obviando temerariamente el escarmiento que sufrieron las víctimas del holocausto, gritándonos a la cara que permanecer en la indiferencia ante abusos e injusticias deriva en la inacción, pero sobretodo, consiente la impunidad.
Comprendo que el ideal de justicia universal y de entendimiento mutuo entre comunidades o sociedades sea exactamente eso, algo idílico. Pero no tener presente las dolorosas lecciones que nos enseñó el Holocausto, cualquier holocausto similar, es, además de faltar a la memoria de los fallecidos y al respeto de los supervivientes, una grave imprudencia que pasará factura.
Holocaust Memorial, California |
Savater nos decía en el anterior post que si
no cuidábamos la democracia, esta puede terminar por convertirse en
alguna forma de autoritarismo o depotismo. No hace falta ser un
reputado intelectual para constatar que esta advertencia no es en
vano. Deténganse un momento y echen un vistazo a los vientos que
corren a nuestro alrededor: el auge de la extrema derecha en el ámbito político, la
desidia (o malicia) con que se tratan a los más necesitados
(inmigrantes y refugiados), la atención desmesurada que están
alcanzando los populismos, etc.
No quiero ser pájaro de mal agüero ni caer en el catastrofismo, pero recuerden algo con letra mayúsculas, en negrita y subrayado en su conciencia: El holocausto no empezó con las cámaras de gas; comenzó con palabras.
No quiero ser pájaro de mal agüero ni caer en el catastrofismo, pero recuerden algo con letra mayúsculas, en negrita y subrayado en su conciencia: El holocausto no empezó con las cámaras de gas; comenzó con palabras.
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