Lo determinante del concepto VACACIONES, es el factor "desconectar del estrés".
No tiene tanto que ver con tirarse de cabeza a un crucero de dos semanas en primera clase o la cansina imagen en la hamaca con un daiquiri en la mano en una idílica playa caribeña. Lo esencial del concepto "tomarse unas vacaciones" es el neutralizar los estresantes a que estamos sometidos de manera cotidiana.
La manera más directa de hacerlo es suspendiendo esas responsabilidades habituales; esto es, suprimiendo la obligación de trabajar durante unas semanas o poder olvidarte de estudiar durante ese tiempo. De manera intuitiva, es lo que todos entendemos por vacaciones, y ciertamente esta es una condición sine qua non. Pero solo eso. Se trata de un requisito necesario, pero no suficiente.
A este componente tan obvio, que podríamos denominar condición física (disponer de tiempo), hay que sumar otro más personal, una condición mental: usar ese tiempo para desconectar de lo estresante y conectar con lo esencial. Rehuir lo accesorio y centrarnos en lo necesario. Y me refiero a lo que es necesario para nosotros; no a lo que los demás piensen que necesitamos.
Si me voy con la autocaravana a visitar Islandia un par de semanas pero no dejo de darle vueltas a responsabilidades laborales varias o compromisos estudiantiles, en realidad, no estoy vacacionando por que no me estoy desapegando de mis fuentes de estrés, que siguen estando presentes en mi mente tanto como si las experimentara en la vida real.
Inversamente, puedo no salir de casa durante semanas pero dedicar mi tiempo y mi mente a actividades y pensamientos significativos para mi persona, y por tanto reconfortantes o estimulantes. Es en este caso cuando tenemos la sensación de haber desconectado de lo que nos tensa y estar centrándonos en algo que nos reconstituye y fortalece como persona.
¿Y el ego?
Bueno, el ego está presente en todas las situaciones descritas. Como un ave de presa, sobrevuela todo aquello a que dedicamos nuestra atención, para asaltar nuestros pensamientos y acciones cuando menos esperemos. Por que es este ego el artífice de que no olvidemos esos informes que debíamos haber terminado o esos clientes o jefes con quien no dejamos de tener problemas o nos machaquemos con el supuesto resultado del examen que tendremos en Septiembre.
El ego es el que nos presiona, acusándonos de no haber sacado tiempo para terminar el trabajo (cuando igual no ha sido posible), de no ser capaces de resolver nuestros problemas relacionales en el trabajo (cuando igual no depende de nosotros) o de infravalorarnos a pesar de estar cumpliendo escrupulosamente con nuestro planing de estudios.
De manera que desactivar este ego es la mejor estrategia a seguir para disfrutar de nuestros días de ocio. Es el ego el que tiene que tomarse unas vacaciones con nosotros, minimizando sus tendencia a enjuiciar, a comparar, a minusvalorar, a tergiversar, a competir o discutir. Debemos sacar al ego de vacaciones de sí mismo, y la única manera que conozco es investirnos de humildad (su kriptonita, su antagonista natural) para aceptar las consecuencias de las circunstancias que están fuera de nuestro control, y afrontar, después de la vacaciones, aquellas sobre las que sí tenemos margen de maniobra.
Trabajar en este objetivo es lo que puede mudar la oscuridad en luz; transformar a Mr. Hyde en el Dr. Jekyl. Convertir el EGO tóxico en sana AUTOESTIMA.
En el fondo, solo estamos hablando de respetarnos a nosotros mismos (y nuestros límites como seres humanos) y de tratarnos con compasión.
¿No creen que merece la pena intentarlo?
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