"El
bienestar es físico. Uno se siente bien cuando todas sus necesidades
están cubiertas. Se trata de una sensación inmediata.
La
felicidad, en cambio, es el resultado de una representación, de una
esperanza, de un proyecto de existencia y se construye siempre en el
encuentro con el otro.
Para
ilustrar esta diferencia, siempre cuento la historia de los
picapedreros:
Paseo
por un camino y veo a un hombre que está picando piedras. Su
rostro expresa desdicha y sus gestos rabia. Hace
muecas y sufre. Le pregunto: "¿Señor
que hace?". "Ya ve usted -responde
el hombre- no he encontrado más que este oficio estúpido y
doloroso". Me explica que su
oficio es idiota y que el trabajo muscular le hace mal.
Más allá, un segundo picapedrero parece más apacible y golpea tranquilamente la piedra. Su rostro está sereno y sus gestos son armoniosos. "¿Qué hace usted?, pregunto. "Pues ya ve, me gano la vida gracias a este cansado oficio, pero cuento con la ventaja de estar al aire libre y me basta para ganarme la vida", responde.
Un poco más allá, un tercer hombre pica piedras en éxtasis. Está radiante, sonríe al demoler la masa pétrea y mira placenteramente las lascas de piedra. "¿Qué hace usted?", le interrogo. "¿Yo?, -responde el hombre-, ¡Construyo una catedral!
Aquellos que tienen una catedral en su cabeza son felices.
Aquellos que se contentan con lo inmediato sienten bienestar
Aquellos que se desesperan por no tener otro oficio son desdichados.
El
gesto es igual en los tres casos, pero es el significado del gesto lo
que los vuelve felices o desdichados".
Boris Cyrulnik
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