sábado, 11 de octubre de 2014

#3.- El azar siempre cuenta...


El comportamiento humano, sobre todo a escala de grandes números, está más condicionado por las leyes del azar que por las de la racionalidad. Kahneman y Tversky demostraron repetidamente que el comportamiento de las personas no sólo es impredecible, sino que con frecuencia es irracional, actuando incluso en contra de sus propios intereses.



No es posible intuir el futuro en base a leyes deterministas o causales. De esto ya nos advirtió el premio Nobel Born, al decirnos que el futuro responde más a las leyes del azar que a la causalidad.



El azar siempre cuenta.

Siempre.




Está presente en nuestras vidas desde el día que nacimos (piénsenlo y díganme si no fue un suceso completamente aleatorio el nacimiento de cada uno de nosotros), hasta el último de ellos. El azar se me antoja como la confluencia de las innumerables circunstancias que pueblan la vida y que nos afectar al transitar por ella. A eso se refiere el famoso efecto mariposa cuando dice que “El aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un Tsunami al otro lado del mundo". Aunque esto ya lo tenían claro los antiguos chinos en un proverbio prácticamente idéntico. 



Azar y suerte no son exactamente sinónimos, pero son conceptos que se solapan. Según la Real Academia Española de la Lengua, en su primera acepción, suerte es: “Circunstancia de ser, por mera casualidad, favorable o adverso a alguien o algo lo que ocurre o sucede”. Pero su segunda acepción, “Encadenamiento de los sucesos, considerado como fortuito o casual”, parece referirse más a lo que yo entiendo por azar.



El que un avión explote en el aire y uno de sus reactores destroce nuestra casa es un hecho fortuito, sobre el que no hemos podido tener margen de maniobra alguno. Que empiece a trabajar en una empresa tras años desempleado, y quiebre al tercer mes, (y por tanto vuelva a estar sin empleo) es algo que está fuera de mi control. El encontrarme un maletín (si quieren, lleno de dinero, aunque igualmente podría contener una bomba activada) en la terminal de un aeropuerto es un suceso aleatorio. A eso le llamo azar.



Pero si cruzo una autopista en hora punta, el hecho de ser arroyado por un camión no se puede llamar mala suerte (más bien sería difícil salir indemne de ese ejercicio suicida). Si apenas estudio para un examen no podemos quejarnos de haber tenido mala suerte. Si comienzo a ser descuidado en mi trabajo, impuntual o mostrarme desmotivado, yo estoy influyendo en que me despidan. Si Albert Einstein le concedieron el premio Nobel y el reconocimiento que actualmente tiene, no fue porque simplemente tuviera suerte con un experimento o realizara una hipótesis más o menos afortunada un día cualquiera.



Intentando distinguirlas en un ejemplo. Fleming se encontró con que al volver de vacaciones uno de los cultivos que tenía sobre la mesa del laboratorio había criado un hongo (efecto del azar). No fue él único al que le sucedió este hecho, pero sí que fue el único que se interesó por aquel anómalo efecto y decidió estudiarlo (aprovechar ese azar = suerte), para descubrir finalmente la penicilina.




Me parece incuestionable el papel que juega el azar en la vida. Aunque lo que realmente me fascina es la manera en que las personas interpretamos los acontecimientos aleatorios que nos acontecen.



Cuando en la vida diaria tomamos una decisión, no tenemos conciencia de lo mucho que el azar interviene en esa determinación. Los procesos aleatorios son fundamentales en la naturaleza, pero la mente humana funciona de tal modo que necesita identificar una causa concreta para una acción determinada.



A nuestro cerebro le encanta creer y tejer historias, aunque muchas veces esas historias sean falsas o estén reñidas con la lógica. No obstante, en un mundo tan amplio y tan generoso en opciones, las coincidencias tienden a ocurrir mucho más de lo que sospechamos.



Comenta Alberto Rojo en su libro El azar en nuestra vida cotidiana, que tirar una moneda al aire 7 veces y obtener 7 resultados iguales (7 caras o 7 cruces) es algo que interpretamos como extraordinario, visto así, de forma aislada. Algunos pueden denominarlo casualidad. Pero explica que en una tanda de 100 tiradas, que salgan  6 o 7 caras o cruces seguidas es de lo más normal. Conclusión: Un suceso repetido el suficiente número de veces terminará por presentarnos los resultados más habituales (en un montón de ocasiones) pero también los más atípicos (lógicamente en muchos menos casos). Pero si al suceder estos últimos, los interpretamos de forma aislada de toda la serie, pueden parecer hechos excepcionales. 




No les ocultaré que me cuesta trabajo conformar esa teoría en mi cabeza, pero reconozco que me parece plausible. Y si les soy franco, más aceptable que asumir la  existencia de un plan preconcebido, trazado o prefijado para todos los elementos que conformamos el universo. Cosa, por otro lado, que se me antoja imposible de ejecutar (imagínense la de cálculos que habría que desarrollar, la de trayectorias que prever de todos los seres humanos, animales y objetos incluidos en el universo. Por no hablar de que, después de eso, habría que ejecutarlos). Como decía Vizzini en La princesa prometida: ¡¡Inconcebible!! 




No obstante, y a pesar de lo dicho, me sigue costando trabajo aplicar dicha hipótesis a esas series de sucesos independientes y arbitrarios encadenados de mala suerte (o buena suerte) que de vez en cuando se dan.



Les pongo uno sufrido en carne propia:



Goteborg, Suecia.- Huelga imprevista de pilotos (de aviación comercial) de solo 4 horas, entre las 2.00 y las 6.00 de la madrugada. Desviaron los vuelos previstos para esa franja; la mitad antes de las 2.00, la otra mitad, después de las 6.00. Pues lamentablemente nuestro avión fue de los adelantados. No pudimos enterarnos y lo perdimos. 


La empresa arguyó que nos intentó avisar por teléfono, pero sucedió que los números que consignamos en su momento estaban equivocados. Cinco personas informamos de nuestro teléfono móvil y los cinco nos equivocamos al darlo. Las causas: baile de números, prefijo equivocado u olvidar el prefijo internacional. 


Por otro lado, estando en Suecia me entero que el ejercicio final de una oposición a la que me estaba presentando se había adelantado un día. Precisamente el día del que les estoy hablando; el que volvía para Málaga. Al que hubiera llegado a tiempo si no se hubiera convocado la dichosa huelga. 


Reclamamos en el aeropuerto y nos dieron otro vuelo.  Hubo que esperar una larga cola, pero al llegar al final del chek-in, solo había asiento para uno de nosotros. Si hubiéramos estado delante de la familia que teníamos en la cola, hubiéramos tenido asiento todos. Pero no, estábamos detrás. 


Al igual que los Mosqueteros, decidimos quedarnos todos y tuvimos que negociar nuevamente con la línea aérea para que nos dieran otro pasaje. En este nos mandan a Palma de Mallorca, en donde aprovecho justo al llegar, para ir a ver el final del primer partido del Mundial de Fútbol de Sudáfrica: España- Suiza. La selección, gran favorita del mismo, va y ¡pierde! (Sí, la misma que después no falló ningún otro y ganó el mundial). Vuelta a la zona de embarque para tomar el último avión. 


De Palma volamos a Málaga, y cuando llegamos, tras más de una hora de espera en la cinta de equipajes, resulta que han perdido nuestras maletas. Todas.




De acuerdo que algunos sucesos son dependientes de otros. Pero otros no. Y lo curioso, ¿todos en un mismo día? Pues sí, según el profesor Rojo es una probabilidad (mayormente improbable) pero que tocó aquel día.



Igual les puedo hablar del tipo aquel que tuvo casi una decena de accidentes cuasi mortales durante su vida (accidente de avión, tren descarrilado, accidente de autobús, incendio de su coche), y sobrevivió a todos. También les digo yo que igual necesitaba que me autentificaran las fuentes de las que parte la historia. Porque termina contando que al tipo le toca la lotería, que quizá sea ya rizar el rizo. En cualquier caso se llame Frano Selak o Chapulín Colorado, me parece factible (posible, no necesariamente probable) que algo parecido a estas peripecias le haya sucedido a alguien a lo largo de las historia de la humanidad.



Total. Que como decía aquel, ¡esto es lo que hay!



Afirmaba Darwin que el azar es el motor de la evolución, y por extensión, de la vida. De manera que quizá la única actitud racional adoptable ante el devenir aleatorio de los acontecimientos sea sentarse cómodamente en la silla de la vida y aceptar la idea del azar como tal.



Dice Harvey Dent, que suena a escritor o científico reputado, pero en realidad es el malo de Batman (El Caballero Oscuro, 2008) que: "El mundo es cruel, y la única moralidad en un mundo así de cruel es el azar: imparcial, sin prejuicios... justo". 


Hay que fastidiarse, pero no me digan que no les da que pensar, la frasecita. 


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